Cartas al director

Un problema íntimo

Los niños de la guerra civil española jamás hubiéramos pensado que en España llegaría a haber un Gobierno socialista y que, para más absurdo, éste nos obligase a decantarnos a favor o no de la Iglesia católica, aun sabiendo que es anticonstitucional el obligar a nadie a confesar cuál es su ideología religiosa. Incomprensible, ¿no?; pues ahí lo tienes, amigo, impreso y bien impreso.Hasta cierto punto resulta perdonable el lapsus si sabemos que los miembros del Gabinete socialista no vivieron la movida que, además de santa, la llamaron cruzada, y donde el saber que una perso...

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Los niños de la guerra civil española jamás hubiéramos pensado que en España llegaría a haber un Gobierno socialista y que, para más absurdo, éste nos obligase a decantarnos a favor o no de la Iglesia católica, aun sabiendo que es anticonstitucional el obligar a nadie a confesar cuál es su ideología religiosa. Incomprensible, ¿no?; pues ahí lo tienes, amigo, impreso y bien impreso.Hasta cierto punto resulta perdonable el lapsus si sabemos que los miembros del Gabinete socialista no vivieron la movida que, además de santa, la llamaron cruzada, y donde el saber que una persona iba a misa o no era suficiente para que arriesgase el pellejo. Dependía de la suerte del infortunado. Si iba a misa y había caído en la zona republicana, se lo podían cepillar por pertenecer a la parte represora de la clase trabajadora. Si no iba a misa, podría aparecer en la cuneta más cercana acribillado a balazos. El paseo se había consumado y el asesino estaba convencido que hacía méritos para ir al cielo.

Ahora, si volvemos a tener la tremenda mala suerte de una nueva rebambaramba, el dictador de turno no tendrá nada más que darle a la tecla de su ordenador y allí aparecerá fulanito contándonos su parecer religioso y, ¡zas!, al saco. Ello dependerá de la ideología del tirano que nos caiga en turno. Esto es una verdadera monstruosidad, señores del Gabinete socialista, y ¡ojalá! que me equivoque. En muchos aspectos necesitaba, señor presidente, ser más viejo y contar con unas vivencias que no tiene.

El problema religioso es mucho más serio, íntimo y personal, como para mezclarlo con el materialismo que se desprende de todos los actos del Tesoro Público".-

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