FERIA DE SAN ISIDRO

El toro que sirve, según un presidente de Las Ventas

El presidente Juan Lamarca manifestó a este periódico (ver EL PAÍS del 15 de mayo) que no había devuelto un toro inválido [lidiado en quinto lugar el sábado último], porque servía. Es una afirmación a su vez peligrosa y reveladora de toda una declaración de principios, por otra parte usual entre taurinos.Está claro que el presidente Lamarca ha asumido la ideología del mundillo profesional taurino, para el que los toros sirven o no sirven, sin más matices, y los que sirven son aquellos que se dejan torear de muleta.

Esa asunción es grave por que un presidente debería saber que los toros ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El presidente Juan Lamarca manifestó a este periódico (ver EL PAÍS del 15 de mayo) que no había devuelto un toro inválido [lidiado en quinto lugar el sábado último], porque servía. Es una afirmación a su vez peligrosa y reveladora de toda una declaración de principios, por otra parte usual entre taurinos.Está claro que el presidente Lamarca ha asumido la ideología del mundillo profesional taurino, para el que los toros sirven o no sirven, sin más matices, y los que sirven son aquellos que se dejan torear de muleta.

Esa asunción es grave por que un presidente debería saber que los toros han de servir para la lidia, completa, en todos sus tercios, de los cuales es fundamental el de varas. Y si para la lidia completa no sirven, lo que procede es rechazarlos en el reconocimiento o, si llegan a saltar a la arena, devolverlos al corral, como -por otra parte-, mandan la lógica y el reglamento taurino, y él mismo es el primero que está obligado a cumplir.

Un presidente para quien sirve un toro porque se le pueden dar pases, es un intruso en el palco y el sitio que le corresponde en la plaza es por los tendidos, justo entre el público torerista que acude a la fleria, donde podrá pasarse la tarde muy a gusto, pidiendo la oreja.

La competencia de los presidentes en esta importante tarea taurina -como funcionarios del Cuerpo Superior de Policía nada se les objeta- está dejando mucho que desear, cada vez más, y todo el espectáculo se resiente. Lo mismo mantienen en el ruedo toros inválidos, que cambian el tercio de varas cuando el matador acaba de poner el toro en suerte tras laboriosa brega -como sucedió ayer-, que demoran absurdamente la salida de los picadores, y de ahí en adelante. De su buena voluntad nadie duda pero la afición quiere -y la fiesta demanda- que los presidentes tengan autoridad, afición y sólidos conocimientos en tauromaquia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En