Seis meses después del "crah" de octubre

La economía norteamericana mantiene su expansion mientras rebrotan la inflación y los tipos de interés

Seis meses después del crash bursátil de octubre pasado, la evolución de la economía norteamericana sorprende por su inusitada resistencia. No sólo no se ha producido la temida recesión tipo 1929, sino que la economía presenta un típico sobrecalentamiento: casi pleno empleo, una producción industrial y manufacturera próxima al máximo de capacidad y un inusitado rebrote del consumo y la inflación. Ante la situación, el Sistema Federal de la Reserva (FED) anticipa una restricción monetaria con subida de tipos de interés.En medio de un año electoral, el debate económico entre los economistas priv...

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Seis meses después del crash bursátil de octubre pasado, la evolución de la economía norteamericana sorprende por su inusitada resistencia. No sólo no se ha producido la temida recesión tipo 1929, sino que la economía presenta un típico sobrecalentamiento: casi pleno empleo, una producción industrial y manufacturera próxima al máximo de capacidad y un inusitado rebrote del consumo y la inflación. Ante la situación, el Sistema Federal de la Reserva (FED) anticipa una restricción monetaria con subida de tipos de interés.En medio de un año electoral, el debate económico entre los economistas privados y los funcionarios de Washington se ha centrado en si la pronosticada recesión de 1989 es inevitable, será un mero reajuste cíclico similar al de los años 1981-1982 o, como llegan a afirmar los más optimistas, nunca se producirá. En cualquier caso, estiman, será un problema de la siguiente Administración.

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"La resistencia de la economía norteamericana es sorprendente. Uno tiende a creer que el crash de octubre nunca ocurrió" afirma Allen Sinaí, jefe economista de Boston Co., la firma de análisis económico y financiero del grupo Shearson Leliman Hutton y uno de los, más conocidos gurús de Wall Street. En una entrevista, días antes de la nueva caída de más de 100 puntos del índice del Dow Jones del pasado viernes, minutos después de conocerse el empeoramiento en 1.400 millones de dólares del déficit comercial en el mes de febrero, Sinaí advertía que los males profundos de la economía que precipitaron el crash -doble déficit- comercial y fiscal y un dólar en declive que anticipa tipos de interés más elevados- aún persísten, pero sus efectos sobre la economía no se han dejado sentir. Todavía.

"Ni se dejarán sentir, al menos durante este año y, probablemente, el siguiente" contraataca Stephen Entin, subsecretario adjunto del Tesoro para Asuntos Económicos. Firme defensor de la suply-side economics de la Administración Reagan, que ha producido la expansión. económica más prolongada (casi seis aflos) en la reciente historia norteamericana, Entin entiende que la caída de Wall Street, en octubre fue un reajuste técnico y, en sus últimas consecuencias, fruto de una mala interpretación" de los datos básicos (fundamentals) de la economía. 'Los hechos y el tiempo demostrarán quién tiene razón", afirma.

En el medio está, sin embargo, la posición cauta del FED, encargado en los días siguientes a la histórica baja de Wall Street de inyectar el suficiente dinero en el sistema (la oferta monetaria creció en un momento casi un 40%) para impedir que el hundimiento bursátil se consolidara. Desde entoces, el banco central ha mantenido una vigilancia inusitada sobre los mercados, pero en su último informe mensual (primero de abril), el organismo que preside Alan Greenspan levanta otra amenaza: el peligro ya no es la recesión, sino el sobrecalentamiento de la economía y la aparición de fuertes tensiones inllacionistas en el sistema. Un reajuste de la política monetaria expansionista parece inevitable.

Datos sorprendentes

La tendencia a minimizar las consecuencias del aash se des-. prende de los mismos datos. Enel primer trimestre del año en curso, el consumo privado, base de la expansión de los últimos años, se ha recuperado y ahora dobla el que se contabilizó en el último trimestre de 1987; el producto nacional bruto (PNB) mantuvo una tasa de crecimiento del 4,8% en los últimos tres meses del pasado aflo y para el primer trimestre de 1988 se anticipa un sorprendente 2,5-2,9%, frente al 2% estimado en un principio; el índice dé desempleo ha caído por debajo del 5,6% en el mes de marzo, muy próximo al que se considera pleno empleo en EE UU; las ventas al por menor aumentaron un 0,4% en febrero y un 0,8% en marzo; la inversión, o formación bruta de capital, también creció en el mismo período, gracias a la consolidación y aumento de la capacidad productiva en el sector de la exportación; el conjunto de indicadores económicos creció un 0,9% en febrero. Más llamativo: el índice de confianza en la economía, que a primeros de abril estaba por encima de la semana previa al crash de octubre.

Incluso los datos del comercio exterior, que provocaron el pasado viernes el tercer hundimiento del índice del Dow Jones en lo que va de año, ofrecen una lectura en esta línea. Pese a que el déficit aumentó a 13.800 millones de dolares, después de dos meses consecutivos de descensos a una media mensual de 12.500 millones, el incremento se debió al tirón de las importaCiones, un fenómeno que confirma el nuevo boom del consumo interior. Lo importante, continúa esta interpretación, es que las exportaciones aumentaron casi un 10% en dicho mes; es decir, que la tendencia descendente en la reducción del déficit se mantiene.

La evolución del déficit divide a los analistas

A medio plazo, Washington afronta ya otro problema: el déficit por cuenta corriente y las dificultades que implica su financiación. Con una deuda exterior de más de 500.000 millones de dólares, EE UU se ha convertido en el principal deudor occidental.Los economistas oficiales anticipan una reducción de unos 30.000 millones de dólares sobre el déficit exterior de 1987, que fue de 171.000 millones. Las mismas fuentes están convencidas de que no será necesario que el dólar baje más para alcanzar este objetivo, extremo en que no están de acuerdo los expertos de las firmas bursátiles neoyorquinas. Brian Fabri, de Thoinson McKinnon, declaró a este periódico que la divisa norteamericana continuará su descenso, pero en una tendencia muy moderada.

Altos funcionarios gubemamentales también se muestran optimistas sobre la evolución del "otro déficit", el fiscal. Para el propio secretario del Tesoro, James Baker, el Gobierno federal ha reducido en dos puntos del PNB el déficit presupuestario en 1987; para 1988, Baker anticipó otra sustancial reducción, gracias al acuerdo alcanzado entre la Casa Blanca y el Congreso; y para 1990, se estima que el déficit global (incluyendo las administraciones locales, hoy muy próximas al superávit) quedará reducido al 2,551. del PNB.

Los economistas privados, sin embargo, son menos entusiastas, y algunos, como el propio Sinaí o Lawrence Krohn, de Shearson Leliman Hutton, afirman que la próxima Administración no tendrá mas remedio que "retocar al alza los impuestos a partir de 1989".

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