El gran timo

El rock and roll sigue siendo objeto de grandes abusos, como sabiamente adelantaban en el final de los años setenta los Sex Pistols, teniendo buena parte de culpa un público tremendamente conformista. Sólo así se puede justificar el normal desarrollo de un concierto como el protagonizado el pasado viernes por un grupo australiano, The Church.La primera sorpresa estaba en los aledaños del local, donde las entradas que en taquilla se vendieron a 1.400 pesetas alcanzaban en reventa un precio de hasta 5.000. La segunda, y más desagradable, tenía lugar en el interior de la sala, que presenta...

El rock and roll sigue siendo objeto de grandes abusos, como sabiamente adelantaban en el final de los años setenta los Sex Pistols, teniendo buena parte de culpa un público tremendamente conformista. Sólo así se puede justificar el normal desarrollo de un concierto como el protagonizado el pasado viernes por un grupo australiano, The Church.La primera sorpresa estaba en los aledaños del local, donde las entradas que en taquilla se vendieron a 1.400 pesetas alcanzaban en reventa un precio de hasta 5.000. La segunda, y más desagradable, tenía lugar en el interior de la sala, que presentaba un lleno total que impidió una visión digna del concierto.

El cuarteto comandado por el bajista Steve Kilbey bajó el grado de acidez de sus primeros conciertos, manteniendo un ritmo cadencioso y lineal durante casi dos horas. La voz tremendamente personal de Kilbey y las sugerentes guitarras, recordando siempre a los grupos de folk-rock norteamericanos de los sesenta, marcan la personalidad de esta banda tanto en estudio como en vivo. Son los reyes del rock psicodélico australiano.