Noriega asegura que tendió una trampa a Estados Unidos con su salida de Panamá

El general Manuel Antonio Noriega afirma que su salida de Panamá, el pasado fin de semana, fue una trampa que tendió a Estados Unidos para comprobar su reacción. Con este sorprendente episodio, en el que una reunión entre consuegros militares en la República Dominicana es convertida por todos en un instrumento político de primer orden, la crisis panameña entra definitivamente en el terreno del superrealismo.

ENVIADO ESPECIAL, Noriega se reincorporó ayer a sus funciones de comandante de las Fuerzas de Defensa entre la frustración de sus enemigos y el orgullo propio por el nuevo éxit...

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El general Manuel Antonio Noriega afirma que su salida de Panamá, el pasado fin de semana, fue una trampa que tendió a Estados Unidos para comprobar su reacción. Con este sorprendente episodio, en el que una reunión entre consuegros militares en la República Dominicana es convertida por todos en un instrumento político de primer orden, la crisis panameña entra definitivamente en el terreno del superrealismo.

ENVIADO ESPECIAL, Noriega se reincorporó ayer a sus funciones de comandante de las Fuerzas de Defensa entre la frustración de sus enemigos y el orgullo propio por el nuevo éxito táctico obtenido con su fuga.Fuentes próximas al general han manifestado que Noriega tenía pendiente desde hacía tiempo una reunión con su consuegro, un alto oficial del Ejército dominicano, y quiso aprovechar un fin de semana que se presentaba tranquilo para hacer una escapada a la isla antillana. Advertido por sus asesores sobre el riesgo de que el viaje fuese interpretado de forma equivocada, el general se sintió tentado de probar sus fuerzas, la lealtad de sus compañeros y la capacidad de la oposición con una iniciativa tan arriesgada y original.

El domingo regresó a Panamá satisfecho tras haber comprobado varias cosas: que ninguno de los oficiales del Ejército perdió los nervios ante la posibilidad de ganar deprisa estrellas en la bocamanga; que la oposición se precipitó en su convocatoria y dejó a sus seguidores apaleados y con la miel en los labios; y que él sigue siendo el hombre fuerte de Panamá, el man, como le llaman aquí, en alusión a las siglas de su nombre y a la robustez de su posición.

Crecido por todo esto, se permitió decir que, con su viaje, había querido probar la forma en que Estados Unidos. actúa para desestabilizarle. El episodio pasa a ser, por tanto, uno más de la batalla que, desde hace casi un año, libran Noriega y la Administración norteamericana -decidida, abierta y públicamente, a presionar contra la permanencia del general-, con la prohibición de entrada al país de la periodista norteamericana Julia Preston, corresponsal de The Washington Post, por las informaciones que ha publicado sobre las acusaciones contra el jefe del Ejército panameño. Según fuentes de la Embajada norteamericana, Preston intentó entrar en el país en la noche del domingo, pero fue retenida por funcionarios panameños, que la enviaron en la mañana de ayer hacia Estados Unidos, sin que se haya dado oficialmente una explicación al respecto.

Después de la jornada de agitación callejera del pasado sábado, Panamá vive desde el regreso de Noriega en absoluta calma. Los observadores aprecian que la oposición ha quemado con la huida una importante baza, al crear ante sus seguidores expectativas falsas.

Por su parte, Noriega, consolidado en su puesto, sigue dibujándose un perfil de militar centroizquierdista, populista, progresista, antiimperialista, pacifista, para el que, poco a poco, va ganando adeptos entre la sociedad panameña. En opinión de fuentes diplomáticas, el enfrentamiento con Estados Unidos está permitiendo a Noriega, superados los peores meses de la crisis, en julio y julio pasados, encontrar un espacio político que nunca ha tenido.

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