Crítica:PINTURA

Alegorías existenciales de Juan Martínez

Con residencia habitual en Suiza, donde goza de un considerable prestigio, como en general en los medios artísticos centroeuropeos, y últimamente también en el difícil mundo americano Juan Martínez (Navas de San Juan, 1942) es aún relativamente poco conocido en España, donde sigue sin saldarse en su totalidad la deuda de tantos años de exilios y emigraciones.De todas formas, a pesar de haber triunfado fuera y del comparativamente escaso eco que hasta el momento ha cosechado por aquí, Juan Martínez ha expuesto y sigue exponiendo con regularidad en nuestro país, con lo que por lo menos se ha pod...

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Con residencia habitual en Suiza, donde goza de un considerable prestigio, como en general en los medios artísticos centroeuropeos, y últimamente también en el difícil mundo americano Juan Martínez (Navas de San Juan, 1942) es aún relativamente poco conocido en España, donde sigue sin saldarse en su totalidad la deuda de tantos años de exilios y emigraciones.De todas formas, a pesar de haber triunfado fuera y del comparativamente escaso eco que hasta el momento ha cosechado por aquí, Juan Martínez ha expuesto y sigue exponiendo con regularidad en nuestro país, con lo que por lo menos se ha podido conocer su trayectoria última.

Por eso, entre la última muestra individual que presentó en Madrid, en la propia Galería Juana Mordó, y ésta que se ha inaugurado hace pocos días se aprecia un sensible e interesante cambio, al que seguramente no habrá sido ajena la prolongada estancia que este año ha pasado Juan Martínez en Estados Unidos.

Juan Martínez

Galería Juana Mordó. Villanueva, 7.Madrid. Del 3 al 28 de noviembre de 1987.

No es un cambio, sin embargo, que haya afectado al mundo que se refleja en sus cuadros desde siempre, un mundo torturado y sombrío, de grave enjundia existencial, pero que sí ha intensificado claramente su eficacia pictórica.

Por de pronto, los contornos figurativos se han hecho más aceradamente precisos y contundentes, surgiendo así unos perfiles y unas estructuras narrativas de una concisión casi geométrica. Esta escritura figurativa, de rasgos afilados y de corporeidad agriamente compacta, incrustada sobre el fondo cual patrones injertados, resalta espectralmente su blanca presencia en medio del más intenso añil, un azul siniestramente oscurecido y helador, mas sin menoscabo de su nocturna hermosura.

Pasta pictórica

Es notable asimismo el enriquecimiento de la pasta pictórica, que traba mejor los elementos compositivos, dando al cuadro una mayor unidad, un sentido más rotundo, sin que ello suponga, no obstante, detrimento de la dramática actitud de las figuras y de la atmósfera metafísica de profunda soledad que allí se respira.De esta manera Juan Martínez logra alcanzar un punto en el que el efecto expresionista pierde su anecdótica sacudida nerviosa en favor de un más profundo aire intemporal, de ensueño trágico un poco en la línea del impresionante silencio visionario del último Malevitch, el del seco y alucinante misticismo.

Basta con lo que llevo dicho, por lo demás, incluso si no hay un conocimiento previo de la obra de Juan Martínez, para percatarse que en ella la historia narrada y el fondo vivencial que le ha dado vida tienen una importancia extraordinaria.

Sin apurar su secreto, hay algo, sin embargo, que conviene resaltar: se trata, en esta ocasión, de cuadros que estrictamente pueden pasar por naturalezas muertas, con marcada intención de alegorías existenciales.

Tradición española

No es que el tema concreto de las hojas, -hojas grandes y envolventes como las de morera- se repita, incluso con el simbolismo de la dramatización de sus fases y otras cargas significativas, sino el modo de visión que reflejan, el valor emblemático de naturalización con que funden todo en lo insondable, como una historia encontrada en la noche de los tiempos.Esta dimensión es ciertamente la que identifica más a Juan Martínez en la tradición honda de la pintura española, en la que finalmente son las cosas las que poseen mayor elocuencia, una elocuencia dramáticamente silenciosa.

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