Tomás Gutiérrez Alea: "Hay que tener una actitud ética, pero no dogmática"

TVE emite un ciclo de películas del cineasta cubano

La cinematografía cubana vive, como tantas otras facetas de la vida, una nueva época de esplendor. Hay jóvenes cineastas que están realizando en la actualidad sus primeras obras, alejados de lo que se denomina la generación de los viejos. De esta generación, tal vez Tomás Gutiérrez Alea sea el creador más característico. Televisión Española emite un ciclo de cinco películas del cineasta cubano. El director considera que cuando se trata de la sociedad, del hombre, de la vida, hay que tener "una actitud ética", que no es lo mismo que "ser dogmático".

PILAR TORDERA Gutiérrez Alea es...

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La cinematografía cubana vive, como tantas otras facetas de la vida, una nueva época de esplendor. Hay jóvenes cineastas que están realizando en la actualidad sus primeras obras, alejados de lo que se denomina la generación de los viejos. De esta generación, tal vez Tomás Gutiérrez Alea sea el creador más característico. Televisión Española emite un ciclo de cinco películas del cineasta cubano. El director considera que cuando se trata de la sociedad, del hombre, de la vida, hay que tener "una actitud ética", que no es lo mismo que "ser dogmático".

PILAR TORDERA Gutiérrez Alea es entre los viejos -así se autoclasifica- uno de los más firmes y entusiastas pilares de lo que se ha dado en llamar nuevo cine latinoamericano. Su película Memorias del subdesarrollo -que ya ha cumpliddo 20 años- ocupa desde 1985 un lugar entre las 150 mejores de la historia mundial del cine.Actualmente Televisión Española esta programando un ciclo de cinco películas suyas. "Creo que es bueno esto, pueden dar una imagen muy distinta de lo que quizá un español puede esperar de una película cubana, a partir de los prejuicios y desinformación que tienen sobre nuestro cine y nuestra realidad" afirma Gutiérrez Alea. ,

En los próximos meses, Tomás -Titón para todos- dirigirá en coproducción hispano-colombiana una historia original para el cine de Gabriel García Márquez, Para Elisa, con actores españoles como Paco Rabal, Juan Diego, Imanol Arias. Justo en este momento está comenzando un proyecto, en cuya producción participa TVE, de seis cuentos también de García Márquez. Cada uno lo dirige un director: español, mexicano, venezolano, colombiano... A él corresponde la aportación cubana.

En España, hasta ahora, se conoce su filme La última cena. Se estrenó junto con los cines Alphaville de Madrid. En aquel año, recién muerto Franco, provocó un pequeño escándalo por prohibirla la censura aún franquista; las razones: blasfemia. Pero la Oficina Católica Internacional de Cinematografía (OCIC) le hizo críticas excelentes.

Gutiérrez Alea comenzó a sentirse atraído por el cine sin darse cuenta de ello. Porque en su adolescencia, lo que le fascinaba era la pintura, la música, la literatura, la prestidigitación, los trucos... "Todo eso que le llena la cabeza a uno cuando empieza a descubrir el mundo". Hasta que descubrió que todo eso sumado daba el cine. "A partir de ese momento supe que eso era lo que quería hacer, sólo que en Cuba, en aquella época, no había ni la más remota posibilidad de desarrollarse como cineasta".

Espaldas cubiertas

Su padre le convencería entonces de que debía estudiar derecho, para tener las espaldas cubiertas: "Eso del cine le parecía una locura". Y casi como estrategia estudió la carrera. En realidad, Titón ni siquiera recogió el título: se marchó a Roma a imbuirse de cine en el Centro Sperimentale de Cine, donde permanecería dos años. "Volví a Cuba, aún no había triunfado la revolución. Me dediqué a una experiencia que me obligó a estar en contacto con la realidad de mi país: hacía reportajes, documentales, chistes con actores... junto a publicidad. Cada semana tenía que presentar 10 minutos de programa cinematográfico; eso fue una buena escuela".

Pregunta. ¿Prefiere entretener o hacer pensar?

Respuesta. Por muy cine de entretenimiento que hagas, siempre está comprometido de alguna manera, lo que no significa que haya que hacer filmes de propaganda; el cine, fundamentalmente, tiene como fin el disfrute estético, pero,como la realidad es insoslayable, en la medida que se sea consciente, se manejará la estética y la ética con mayor responsabilidad. El cuento que voy a hacer ahora con TVE es una historia de amor, ubicada en 1910, y ahí tiene que reflejarse el contexto. Claro que sí he hecho películas con problemas políticos, porque en momentos determinados es necesario enfatizar la toma de conciencia sobre algo; esas películas quedan como testimonio, o desaparecen porque no tienen otra valor a lo mejor. Sí prefiero, haga lo que haga, estimular en más o menos grado la reflexión. Resumiendo: creo que cuando se trata de la sociedad, del hombre, de la vida, uno tiene que tener una actitud ética; que no es lo mismo que ser dogmático.

Piensa que en su época europea -Italia y España- le influyó ese neorrealismo que en aquellos momentos comenzaba a florecer. Esa manera de contar una historia descarnada y directamente, con pocos medios y generalmente acompañada de una gran calidad. "Sí, el neorrealismo demuestra todo eso de una forma muy evidente, y que se puede hacer cine con una cámara y una idea... ¿Era Godard quien lo dijo? En ese instante, y salvando las distancias, vivíamos aquí algo como la guerra de Italia, y reflejar los momentos de crisis en un país ayuda a entender su realidad. Por eso fuimos a Italia, era lo más atractivo que había, se estaba trabajando por eliminar el fascismo y los directores lo reflejaban. Esos momentos importantes favorecieron el surgimiento del neorrealismo; porque poner una cámara delante de un hecho que en sí es interesante... Es más difícil en un período de relativa tranquilidad entender qué pasa si no usas otros elementos de análisis más profundos. Y en Cuba, después de 1959, es lo que pasó. Lo que ocurría era tan vivo que hablaba por sí mismo".

Por sí mismos hablan también esos cuadros de Antonio Saura en su casa, en especial ese diabólico Felipe II, al que tiene singular aprecio. Y esos ojos desmesuradamente grandes de Titón, que parecen rozar con los poderes ocultos. Seguramente para hacer cine haya que ser así, un tanto brujo, un tanto alquimista. Él perfectamente podía haber sido actor en esa Pelea cubana entre demonios, un guión propio que rodó en 1971, en donde sus personajes se debaten entre las más oscuras raíces, entre raíces en las que el bien y el mal se confunden por momentos, se entremezclan, se toman la alternativa, con unos actores plenos de fuerzas...

"¿Los actores? Es la parte más delicada para mí, la más difícil. Y a la vez la más importante; yo no tengo la posibilidad de contar con un equipo fijo, como Bergman, por ejemplo. Eso permite trabajar sobre unos mismos presupuestos, que son coherentes, uniformes. Pero en mi caso, en el nuestro en general, a veces dentro de una misma película puedo trabajar con un actor con una formación académica extraordinaria, unido a una gran sensibilidad, con el que puedes llegar muy lejos, sobre la base de la profundización, crear, en definitiva, y otros a los que debes tratarlos casi como a un títere y recurrir a trucos. Y luego da la impresión de que es un gran actor...". Se ríe, pero lo cierto es que sus personajes transmiten verdad.

Los pasos perdidos

Ha hecho nueve películas -"muchas menos de las que hubiera querido hacer"-, pero sus sueños están registrados; en Brasil existe un libro, escrito por una periodista argentina, Los filmes que no filmé. Y, sobre todo, uno, el más querido: "Varias veces he estado a punto, pero por diferentes motivos no lo logré; es una película basada en Los pasos perdidos, de Alejo Carpentier, y que ahora la va a hacer Carlos Diéguez, en Brasil. ¿Sabes? Los derechos de esa novela los tenía Tyrone Power. Afortunadamente no la pudieron hacer los americanos, hubiera sido un desastre. Hay problemas que ellos son incapaces de comprender.

P. ¿Qué diferencias encuentra, fundamentales, entre el cine que se está haciendo en Latinoamérica y en Europa?

R. Yo creo que el cine latinoamericano está tratando de asumir su responsabilidad frente a la sociedad, lo que no significa hacer cine para dar conferencias, sino dentro de un atractivo y popularidad hay siempre una preocupación por afianzar nuestra identidad, por descubrir nuestro mundo... Toma las cosas en serio aunque se trate de una comedia divertida. Cine europeo no llega mucho, pero del poco que he visto me preocupa que trate de imitar modelos ajenos. Pienso que en la medida que se deje de ser auténtico se debilita más todo; la lucha que tenemos tanto europeos como latinoamericanos es tratar de ocupar un lugar en el mundo. Europa tiene una gran personalidad, un desarrollo cultural muy grande, y a mi entender debe potenciarlo más. En realidad, ahora todos podemos hacer más cine, pero seguimos teniendo el problema de la distribución, que está en manos de los grandes monopolios.

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