Tribuna:

'De profundis'

Vaya por delante que yo de economía no sé nada.Pero se me ocurre que el señor Reagan tampoco, lo cual me anima a proseguir.

Ello es que el Suprapresidente occidental se ha presentado ante la ONU para cantar, una vez más, las excelencias del libre mercado. Eso es lo que tienen que hacer los paupérrimos países latinoamericanos, explica Ronald: empaparse de liberalismo mercantil y reducir los impuestos de los cuatro oligarcas de la zona. De la deuda exterior de estos países, que asciende en conjunto a más de 300.000 millones de dólares, no se le ha ocurrido decir nada. Eso sí, ha ofrecido ...

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Vaya por delante que yo de economía no sé nada.Pero se me ocurre que el señor Reagan tampoco, lo cual me anima a proseguir.

Ello es que el Suprapresidente occidental se ha presentado ante la ONU para cantar, una vez más, las excelencias del libre mercado. Eso es lo que tienen que hacer los paupérrimos países latinoamericanos, explica Ronald: empaparse de liberalismo mercantil y reducir los impuestos de los cuatro oligarcas de la zona. De la deuda exterior de estos países, que asciende en conjunto a más de 300.000 millones de dólares, no se le ha ocurrido decir nada. Eso sí, ha ofrecido una solución mágica para las hambrunas de América Latina: la economía sumergida. Y puso como ejemplo a los pobres de Perú, que, según él, sobreviven tan ricamente a fuerza de sumergirse en las profundidades abisales del trabajo. Quizá Reagan se refiera a Lima, una ciudad con siete millones de habitantes, el 40% de los cuales vive en chabolas infrahumanas. Quizá esté hablando de los pueblos jóvenes, esos vastos arrabales limeños en donde se ha hecho cáncer la miseria.

Probablemente Reagan esté pensando en los temporeros de la construcción, obreros pagados día a día , sin seguridad y sin papeles, expuestos a todo tipo de accidentes por unos jornales lamentables. ¿Le parecerá esto a Reagan un sumergimiento suficiente? ¿O habrá que ahondar aún más en los subterráneos laborales? ¿En niños famélicos tambaleándose bajo pesos enormes, porque la tracción humana sigue siendo el medio más barato de enviar bultos? Qué cómoda es la vida en un país así; siempre habrá un sumergido que te cosa la ropa, que te limpie el coche, que te haga los recados, que trabaje para ti por un precio irrisorio. Ya ven, tanto tiempo criticando la española tradición de la chapuza y ahora resulta que el tan cacareado liberalismo reaganiano discurre por tales profundidades chapuceras. Claro que esto sólo lo recomienda para los pueblos latinos. Y es que no hay nada más conveniente que mantener a los países pobres bien hundidos.

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