FERIA DE ALBACETE

Autenticidad

La corrida de ayer transcurrió bajo el signo de la emoción y la autenticidad. La culpa fue de la excelente presentación de los toros de Multeira: altos de agujas, enmorrillados, badanudos y con cuajo. Unos morlacos de defensas astifinas que impresionaron a los espectadores y a veces a los toreros, aunque éstos supieron sobreponerse.La empresa Camará-Pedrés, echó del cartel al local Joaquín de Faura, sustituido por Morenito de Maracay. El albacetense tiene calidad, pero a pesar de sus triunfos en esta plaza año tras año, ya no vuelve a vestirse de luces hasta la feria siguiente.

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La corrida de ayer transcurrió bajo el signo de la emoción y la autenticidad. La culpa fue de la excelente presentación de los toros de Multeira: altos de agujas, enmorrillados, badanudos y con cuajo. Unos morlacos de defensas astifinas que impresionaron a los espectadores y a veces a los toreros, aunque éstos supieron sobreponerse.La empresa Camará-Pedrés, echó del cartel al local Joaquín de Faura, sustituido por Morenito de Maracay. El albacetense tiene calidad, pero a pesar de sus triunfos en esta plaza año tras año, ya no vuelve a vestirse de luces hasta la feria siguiente.

Para más inri, la empresa le anunció ante estos serios y difíciles toros, negándole unos honorarios dignos. La injusticia sigue dominando la fiesta.

Multeira/Ruiz Miguel, Morenito de Maracay, Campuzano

Toros de Multeira Grave, con trapío, cornalones. Ruiz Miguel: vuelta; oreja. Morenito de Maracay: vuelta; oreja. Tomás Campuzano: palmas, silencio. Plaza de Albacete, 13 de septiembre. Sexta corrida de feria.

Y con estos serios y difíciles toros, dos auténticos lidiadores triunfaron toreando con verdad; sin trampa ni cartón. Incluso llegaron a picarse entre ellos en la segunda parte del festejo.

Ruiz Miguel, en plan jabato, realizó dos faenas emotivas y muy valerosas, bien refrendadas con el acero. No menos valiente se mostró Morenito de Malacay, que se lució en sus magníficos pares de banderillas al quiebro, y con el percal ante su primero. Bajó la calidad de su labor de muleta en el quinto. Pero, tras ser empitonado sin consecuencias al entrar a matar jugándosela, dejó una gran estocada que le valió el trofeo.

Tomás Campuzano intentó igualar a sus compañeros, pero no estuvo a gusto en toda la tarde, a pesar de sus agallas. La prueba es fácil no sonrió a los tendidos. Cuando Tomás Campuzano no larga amplias sonrisas al cotarro es que algo no funciona.

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