Crítica:XXXVI FESTIVAL DE SANTANDER

Villa-Lobos e Iznaola, la fusión ideal

Entre las conmemoraciones del presente año, el centenario de Héctor Villa-Lobos supone algo de verdadera importancia en el mundo musical latinoamericano. También una singularísima aportación a la creación guitarrística de concierto. Desde este ángulo ha querido recordar a Villa-Lobos el Festival de Santander a través de un gran intérprete de las últimas generaciones: Ricardo Iznaola.

Si contamos las obras dadas como propina, Iznaola (La Habana, 1949) ofreció el viernes, en el claustro de la catedral lleno hasta rebosar, la ópera omnia guitarrística del músico brasileño. Es...

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Entre las conmemoraciones del presente año, el centenario de Héctor Villa-Lobos supone algo de verdadera importancia en el mundo musical latinoamericano. También una singularísima aportación a la creación guitarrística de concierto. Desde este ángulo ha querido recordar a Villa-Lobos el Festival de Santander a través de un gran intérprete de las últimas generaciones: Ricardo Iznaola.

Si contamos las obras dadas como propina, Iznaola (La Habana, 1949) ofreció el viernes, en el claustro de la catedral lleno hasta rebosar, la ópera omnia guitarrística del músico brasileño. Esto es: Choros 1 - 1923- (dedicado a Ernesto Nazaret); Suite popular brasileña (1908-1912), algunos de cuyos números fueron recuperados gracias a Emilio Pujol; Cinco preludios (1940), dedicados a su esposa, Mindinha, quien hasta su muerte mantuvo viva la llama de admiración y el trabajo de investigación sobre su marido desde el Museo Villa-Lobos, de Río de Janeiro; en fin, los Doce estudios (1929) dedicados a Andrés Segovia. El resto de la creación guitarrística de Villa-Lobos se extravió, como tantos papeles, notas, manuscritos, esbozos o realizaciones de aquel hombre apasionado, eterno viajero por América y Europa, figura singular en el París de los años veinte. Villa-Lobos "componía por imperativo biológico", como él mismo decía, y de su invención manaba una brasileidad que animaba cuando escribía, se tratase o no de piezas voluntariamente nacionalistas.

En muy diversas ocasiones -por escrito o de palabra-, Andrés Segovia se ha referido al "guitarrismo" nato del músico brasileño. Tanto que durante una discusión sobre el posible "antiguitarrismo" de las obras villalobescas, el compositor resolvió ta cuestión tomando la guitarra e interpretando con soltura y dominio aquello que había escrito. De ahí que Segovia,.al prologar la edición de los Estudios, advirtiera que "no había querido tocar la digitación dispuesta por el autor, pues conocía perfectamente la guitarra, y si escogía tal cuerda o tal dóigté, debemos obedecer sus deseos, incluso si ello nos obliga a mayores esfuerzos de orden técnico".

A partir de los clásicos de la guitarra (Carulli, Sor, Carcassi, Aguado), Villa-Lobos aborda en los Estudios análogos problemas y los ilumina con el atractivo de su expresividad peculiar. Más pura y pegada a la tierra la serie de preludios, aun superando los viejos aires de la Suite popular, recogen sus voces y sus ecos.

Para un repertorio plural, difícil y valioso, Iznaola posee dos valores fundamentales y definitivos: exigencia de gran músico y dominio instrumental. Su técnica ágil y clara, su sonido transparente, su ausencia de tics guitarrísticos, su sereno y aireado cantar parecen sublimar muy distintas herencias: el preciosismo segoviano o el rigor sabio y la austeridad de Sáinz de la Maza.

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