Tremendismo a tope

Vibró Las Ventas ayer, de nuevo, con el tremendismo, y la gente se alborotaba como en los años 50, que fue la década dorada de la modalidad torera. Quizá no tan torera. Hay quien prefiere la majeza del muletazo hondo y templado, embebiendo con suavidad la embestida, como hizo Rafi Camino en el sexto, al susto de los molientes de rodillas, como hizo Litri en varios pasajes de su actuación. Sin embargo ayer había en la plaza más público tremendista que del otro y Litri le dio gusto a tope. Si llega a matar bien Litri -que mató fatal de mal- alcanza un triunfo memorable.Cuando el novillo iba past...

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Vibró Las Ventas ayer, de nuevo, con el tremendismo, y la gente se alborotaba como en los años 50, que fue la década dorada de la modalidad torera. Quizá no tan torera. Hay quien prefiere la majeza del muletazo hondo y templado, embebiendo con suavidad la embestida, como hizo Rafi Camino en el sexto, al susto de los molientes de rodillas, como hizo Litri en varios pasajes de su actuación. Sin embargo ayer había en la plaza más público tremendista que del otro y Litri le dio gusto a tope. Si llega a matar bien Litri -que mató fatal de mal- alcanza un triunfo memorable.Cuando el novillo iba pastueñito -tal que el primero- e intentaba interpretar el toreo ortodoxo, entonces era un aburrimiento. A Litri no le salen las exquisiteces según mandan los cánones y metido en funciones de coletudo clásico es del montón. En cambio cuando abrazaba el tremendismo, que es lo suyo, convertía la plaza en un manicomio.

Torreón / Litri, Camino

Novillos de El Torreón (5º, sobrero), bien presentados pero romos o despitorrados, flojos, de juego desigual. Litri: estocada caída (ovación y saludos); pinchazo del que sale volteado, otro, estocada atravesada que asoma, dos descabellos -aviso- y otro descabello (vuelta); media perpendicular delantera caída perdiendo la muleta y tres descabellos (ovación y salida al tercio). Rafi Camino: pinchazo hondo caído y cuatro descabellos (palmas y algunos pitos); pinchazo y estocada trasera caída (aplausos); estocada corta perpendicular trasera (oreja). Presenció la corrida desde el palco real la Condesa de Barcelona, madre del Rey. Plaza de Las Ventas, 5 de julio.

Citó al tercer novillo de parte a parte del ruedo y aguantó impávido las embestidas; empalmó naturales, algunos mirando al tendido, encadenándolos con tanta continuidad y prisa que los convertía en uno solo circular; se tiró de rodillas para dar trepidantes molinetes, altos, manoletinas, rebozándose de novillo -ni se explica cómo no lo atrapó, es un misterio impenetrable- y el confuso amontonamiento de torero, toro, muleta, provocaba en el público brincos, gritos, espasmos. Y por si fuera poco Regó el volteretón, que puso a media plaza al límite del paro cardíaco. Otro volteretón mayúsculo, despues de quedar en suspenso sobre el asta, sufrió al entrar a matar. La demanda de tila era clamor y si la llegan a tener los cerveceros, la habrían vendido por cubos.

La faena al quinto la inició también de rodillas, saliendo a los medios y ligando redondos sin parar en tan incómoda postura. Al fin se puso de pie, y resultó que el manso novillo se le escapaba de la muleta. Poco le duró el vicio al manso novillo pues Litri, cargando la suerte, consintiendo y trayendo a la caera el viaje, lo enceló, y ya no se le ocurrió escaparse nunca jamás. En el orden técnico quizá fue ese mando de Litri lo mejor de la tarde. Mató de puñalá al cuello y por este sórdido desacierto perdió de nuevo el triunfo, que se presumía apoteósico.

Mientras tanto a Rafi Camino, su colega, no le habían rodado bien las cosas. Monótono, desacoplado, ventajilta pegapases con el borreguito segundo, sin otra opción que aliñar con el incierto cuarto -aunque lo había saludado con torerísimas verónicas rodilla en tierra-, en el sexto salió a por todas. Que el Litri le ganara la partida (se la tenía ganada, hasta entonces) podía ser mal asunto para su amor propio herido en lo profundo de la casta torera y para su cartel y cotización futura.

Al sexto, que era noble, le instrumentó bonitas series en redondo y al natural, muy bien ligadas, muy bien abrochadas con los de pecho, y habrían sido excelentes de no instrumentarlas tan despegado y con tanto abuso de pico, ventajillas que cuadran poco con la armonía de la suerte. Ayudados y cambios de mano, en cambio, se jalearon con el olé que rubrica el toreo bien hecho. Una cogida impresionante volvió a poner la tila a precio de mercado negro. La zarabanda de cuadrillas y monosabios al quite, el padre del torero -Paco Camino- por allí, a cuerpo limpio, para rescatar al hijo del peligro, añadieron una densa carga de emotividad. Y como Rafi Camino se recreció, valentísimo, para ejecutar otra serie de redondos, Madrid se hizo caminista en aquellos minutos de emoción intensa.

La gente no quería abandonar la plaza, según ocurre en las buenas tardes de toros. Ya quiere ver a Litri y Camino otra vez. Pero que sea con ganado en puntas; no romos-escobillados-despitorrados, como ayer. Lo cual se hace notar a los exclusivistas, y sobre todo a veterinarios, autoridad y empresa, responsables de la integridad de la mercancía.

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