Tribuna:EL ESTE Y EL OESTE

Thatcher, Gorbachov y los pacifistas

Durante su viaje a la URSS, la primera ministra británica tenía que dar su imagen de mediadora, aunque a lo largo de su estancia recharaza cualquier idea sobre un completo desarme nuclear en el continente europeo. Reagan ya estaba gravemente arrinconado. Pero, sobre todo, tiene como oponente a un líder soviético que ha abandonado toda irracionalidad y cuyas revisiones de la política de defensa le permiten ser la flexibilidad misma en la mesa de negociaciones. Inmediatamente después de la cumbre de Reikiavik, la mesa de Gorbachov estaba atestada de exhortaciones. El mundo había estado ta...

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Durante su viaje a la URSS, la primera ministra británica tenía que dar su imagen de mediadora, aunque a lo largo de su estancia recharaza cualquier idea sobre un completo desarme nuclear en el continente europeo. Reagan ya estaba gravemente arrinconado. Pero, sobre todo, tiene como oponente a un líder soviético que ha abandonado toda irracionalidad y cuyas revisiones de la política de defensa le permiten ser la flexibilidad misma en la mesa de negociaciones. Inmediatamente después de la cumbre de Reikiavik, la mesa de Gorbachov estaba atestada de exhortaciones. El mundo había estado tan cerca de un acuerdo, que no quería ser engañado. Movimientos pacifistas y estadistas. solicitaron al líder soviético que no supeditara el acuerdo sobre el desmantelamiento de los misiles de alcance medio a un tratado sobre el proyecto americano de la guerra de las galaxias o Iniciativa de Defensa Estratégica. Durante semanas, los soviéticos habían accedido a estas peticiones, y la Prensa mundial comentaba profusamente sobre la posibilidad de un acuerdo sobre la opción cero y luego sobre la doble cero.Esta terminología reflejaba importantes concesiones rusas en dos categorías diferentes de los armamentos que habían sido desplegados a lo ancho y largo de toda Europa, y hay evidencias de que la respuesta del Gobierno británico a estas concesiones fue tan ambigua como la de otras potencias de la OTAN. En un período preelectoral, manifestar esta dualidad de criterio podría significar un suicidio político, por lo cual Thatcher se ha visto obligada a ofrecer su valioso apoyo a la idea de un acuerdo.

En Moscú, Margaret Thatcher insistió repetidamente en que la disuasión nuclear había mantenido la paz durante 140 años. Gorbachov respondió explicando las limitaciones de esta doctrina. Hay signos inequívocos de que los rusos son mucho más conscientes de la terrible posibilidad de una confrontación nuclear en los puntos conflictivos del mundo de lo que lo son el Gobierno británico, y la mayoría de sus aliados.

Los consejeros militares británicos han comprendido durante largo tiempo que la teoría convencional de la disuasión se ha ido desgastando, en primer lugar, por el hecho de la proliferación, a un mismo nivel, de armamento nuclear en un mayor número de Estados, y en segundo, por la mutación de las doctrinas nucleares, que han dado lugar a la respuesta flexible y a la idea de una guerra nuclear limitada.

El nuevo movimiento antibelicista debe mucho a lord Mountbatten, quien definía el concepto global de guerra nuclear táctica o limitada como una "absoluta tontería nuclear". Un apoyo autorizado y convincente para el punto de vista de Mountbatten llegó de lord Zuckerman, antiguo jefe de Desarrollo Científico y consejero del Gobierno británico. Denis Healey, que siempre fue algo más que sólo un ministro del Partido Laborista, se convirtió a la idea del desarme unilateral en el Reino Unido a comienzos de esta década. Su apoyo activo ha fortalecido el compromiso del Partido Laborista para transformarse en el noveno de los 16 miembros de la OTAN que no poseen en sus territorios armamento nuclear americano.

Pretexto

La postura básica del Gobierno británico se revela en el Libro Blanco de la Defensa, que fue casi la última contribución de la Administración Thatcher al desarrollo político, antes de la convocatoria de elecciones. Este Libro Blanco contiene una serie de ensayos políticos que intentan establecer que las nuevas iniciativas de la Unión Soviética son probablemente un pretexto y, en cualquier caso, nada confiables. "¿Qué es hoy la Unión Soviética?", se nos pregunta. "Un país con valores... tal como nosotros... o ¿es un implacable adversario sólo dispuesto a incrementar su influencia a expensas de los valores e intereses de Occidente?

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Tal retórica de guerra fría descalifica, sin embargo, a sus propios autores. Las verdaderas interrogantes que el Gobierno británico necesita responder son aquellas que surgirán de cualquier puesta. en marcha de las ofertas de Gorbachov. Éstas son: ¿qué significará para la doctrina convencional de la OTAN el desmantelamiento de los dos tipos de misiles de mayor tamaño con base en Europa? ¿Qué será de la doctrina de respuesta flexible una vez que no haya más misiles? ¿Con qué reemplazará la Alianza Atlántica esta fórmula mística? Y aún más importante: ¿qué será del paraguas nuclear americano?

Hace tiempo, en 1957, Henry Kissinger indició que el vínculo nuclear entre los aliados era proclive a contradecir el auténtico espíritu de la propia Alianza. Ningún país podría realmente creer que otro moriría por él, arriesgando una aniquilación total en una confrontación en la que los involucrados son otros. Kissinger bregó por consolidar la alianza entre Europa y América. La primera alianza en romperse "bajo esta presión fue la chino-soviética. La noción de respuesta flexible fue inventada para prevenir un cisma en la OTAN, aunque nunca podría creerse seriamente, después del descubrimiento de las consecuencias climáticas que se producirían incluso en una guerra nuclear muy limitada. Hoy no hay alternativas para el desarrollo de políticas de seguridad verdaderamente comunes.

En las elecciones generales del Reino Unido pronto veremos si se tratará este tema. Mientras tanto, movimientos pacifistas británicos y de otros países europeos han notado un cambio fundamental. A comienzos de la década se movilizaban para persuadir a las superpotencias a detener la carrera armamentista, culpable de la instalación de más armas nucleares en territorio europeo. Hoy, por lo menos en el papel, son esas superpotencias las que han acordado formalmente retirar sus misiles, y son los Gobiernos europeos los que están remoloneando y buscando cualquier impedimento para dilatar o anular el proceso. En el Reino Unido, como en el resto de Europa, es previsible un nuevo auge de la actividad pacifista si este aplazamiento continúa.

Ken Coates es copresidente de la Fundación Bertrand Russell. Traducción: C. Scavino.

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