40º FESTIVAL DE CINE DE CANNES

Las dos primeras jornadas anuncian una ola de filmes literarios

Un hombre enamorado, especulación sentimental alrededor de la figura del literato Cesare Pavese, abrió el festival. Otros dos filmes con base literaria le siguieron ayer en la carrera de la competición: La Luz filme extraído de la literatura oral centroafricana, y Crónica de una muerte anunciada, reproducción de la novela de García Márquez realizada por el antaño original Francesco Rosi. Y se anuncian otras películas de similar procedencia, lo que engrosa ese signo de debilidad de la imaginación cinematográfica que es la actual tendencia a hacer filmes deudores de la imaginación literaria. El ...

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Un hombre enamorado, especulación sentimental alrededor de la figura del literato Cesare Pavese, abrió el festival. Otros dos filmes con base literaria le siguieron ayer en la carrera de la competición: La Luz filme extraído de la literatura oral centroafricana, y Crónica de una muerte anunciada, reproducción de la novela de García Márquez realizada por el antaño original Francesco Rosi. Y se anuncian otras películas de similar procedencia, lo que engrosa ese signo de debilidad de la imaginación cinematográfica que es la actual tendencia a hacer filmes deudores de la imaginación literaria. El día lo redondeó la apertura de la sección Una Cierta Mirada, con La casa de Bernarda Alba, del literato García Lorca, dirigida por Mario Camus.

ENVIADO ESPECIAL,Que las cuatro primeras películas en las que se apoya el importantísimo impulso de arranque de un festival de esta envergadura tengan, cada una a su manera, orígenes literarios es, si se tiene en cuenta que a Cannes llega lo más cuidado y selecto de la producción mundial de cada año, un síntoma que procupa con fundamento a todos los profesionales, cronistas, estudiosos e historiadores de este arte, hoy en una encrucijada.Hace unas semanas, Steven Spielberg, en la tribuna de los oscars de la Academia de Hollywood, proclamó la necesidad de que la industria del cine recupere a la figura, hoy difuminada, del genuino escritor de películas, que fue siempre el secreto a voces de la solvencia del lenguaje del cine clásico.

La actual orientación de la producción parece dar enteramente la razón al director cinematográfico Steven Spielberg.

Que la exigente selección de Cannes, en sólo dos días, se haya alimentado de la imaginación literaria de Pavese, García Márquez y García Lorca, y que la expectación de las próximas jornadas del festival se concentre en adaptaciones de otros escritores, como Tennessee Williams, Anton Chejov, Georges Bemanos, William Shakespeare, Charles Bukovski y Joe Orton, carga de razón a quienes advierten que el cine actual corre el peligro de perder su especificidad y dé ser absorbido por la indiscriminada y masiva oferta de productos audiovisuales, en la que todo cabe, cualquiera que sea su procedencia.

Crónica de una muerte anunciada, dirigida por el italiano Francesco Rosi, se presentó ayer como uno de los filmes a tener en cuenta en la lista de premios del día 19.

En su conferencia de prensa, Rosi, entre cuyas virtudes no entra la modestia, se mostró engreído y agresivo contra algunas tímidas actitudes críticas de sus interlocutores y acabó monologando con acritud: "He realizado filmes de denuncia política pero ni éste, ni antes Carmen, son una coartada para mí, sino un intento de continuar el mismo discurso con otros medios. El compromiso de la expresión no tiene por qué ser siempre explícitamente político".

La seca respuesta del cineasta italiano a suscríticos fue certera, pero, visto su filme, no es convincente. En otro momento de su conferencia de prensa Rosi consideró a su Crónica como "una tragedia". Es evidente que, como la novela, pretende ser, pero en cine pocas veces las intenciones coinciden con los resultados y éste es un caso evidente de tal desajuste.

Película engañosa

Crónica de una muerte anunciada es una película engañosa, de las que pueden dar gato por liebre, ya que está brillantemente realizada, muy bien compuesta, y es un producto industrial rico, afinado, trazado con ritmo grandilocuente y suntuoso. Pero vista de cerca esta película está hueca, herida por la vaciedad turística de quien habla de lo que conoce poco y mal.Pretende haber llegado al interior de un diseño trágico sin haber apenas rozado la epidermis de la verdadera tragedia. Entretiene porque el trepidante argumento de García Márquez lo garantiza, pero ni un solo personaje es creíble, ya que ni un solo actor -salvo Gian María Volonte, que es de los que se dirige a sí mismo- está medianamente bien dirigido.

Por el contrario, La luz, filme del africano Suleiman Cisse, de Mafi, está inspirado en leyendas orales de su tierra y es de los que no engaña a nadie.

Pretende muy poco, pero logra más de lo que pretende: es una película digna, sencilla, aceptable, y en ella existe la abrumadora evidencia de que su autor habla de cosas y de seres humanos que conoce muy a fondo.

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