Tribuna:

Una revolución permanente

Tradicionalmente, la revolución ha sido una palabra que pertenecía al lenguaje político. En esta línea, el Diccionario de la lengua española la define come un cambio violento de las instituciones. Pero el idioma va por delante de la Real Academia, a quien compete recoger lo que es consagrado antes por el pueblo y por la cultura. Así hablamos hoy día de revolución como un cambio radical que no forzosamente tiene que producirse en la vida política. Hay revoluciones sociales, culturales, científicas y, -por supuesto, tecnológicas; mientras que las dos primeras proceden de una lenta germinación y ...

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Tradicionalmente, la revolución ha sido una palabra que pertenecía al lenguaje político. En esta línea, el Diccionario de la lengua española la define come un cambio violento de las instituciones. Pero el idioma va por delante de la Real Academia, a quien compete recoger lo que es consagrado antes por el pueblo y por la cultura. Así hablamos hoy día de revolución como un cambio radical que no forzosamente tiene que producirse en la vida política. Hay revoluciones sociales, culturales, científicas y, -por supuesto, tecnológicas; mientras que las dos primeras proceden de una lenta germinación y uso, las otras dos suelen ser la consecuencia de descubrimientos trascendentales.Pues bien, se ha iniciado una era donde hay una situación revolucionaria permanente en el campo de la tecnología que influye de forma directa o indirecta en la economía, la sociedad y la política.

Dejando a un lado la revolución industrial que tuvo lugar entre 1750 y 1900, por la extensión que requeriría analizar la complejidad que se dio en el progreso tecnológico, quedan otras cinco revoluciones capitales: el fuego, el neolítico, la energía atómica, la exploración espacial y la información.

Nunca se sabrá cuándo el hombre aprendió a producir el fuego; hace muchos milenios, en el paleolítico. Fue el invento más importante del más largo período de la prehistoria. Hasta entonces, aquellos grupos de nómadas habían vagado con sus rudimentarias armas de piedra, cazando y pescando. Habían visto los incendios originados en los bosques por el rayo que descargaba la ira de los dioses, habían contemplado, de le

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jos el infierno que brotaba de los volcanes, pasaban las noches temiendo el asalto de las fieras y de mil fantasmas amenazadores brotando de la oscuridad. Con el fuego podían sentirse a salvo de las fieras durante la noche, era factible asar la caza que anteriormente comían cruda, podían sentarse en tomo a la fogata reuniendo parte de la tribu.

El neolítico representa la plataforma de lanzamiento de la historia, que empezó inmediatamente después. Su creatividad fue formidable. El hombre se estableció de manera fija. Con el invento del arado, de los picos de piedra, especialmente con técnicas de irrigación, surgió la agricultura, y con la agricultura y la domesticación de animales, los seres humanos dejaron el nomadismo, abandonaron su existencia errática. Apareció el arte de la cerámica; el ladrillo secado al sol fue el fundamento de la construcción de viviendas; las pieles de animales que fueran la protección del cuerpo se sustituyeron por los tejidos; las primeras aplicaciones mecánicas a la acción rotativa dieron el invento de la rueda; se franqueó el umbral que llevaría de la edad de piedra a la edad del metal, y, ya en el final de esa extraordinaria fase, inventaron la vela para aprovechar el viento y conseguir surcar las aguas a bordo de pequeñas embarcaciones. Con la revolución del neolítico, pues, loshombres vivieron establemente en lugares fijos, mientras crearon el primer sistema económico y la estructura técnica con que había de nacer la historia.

La energía nuclear significa una inmensa, contradicción, porque el trabajo teórico que condujo a ella es quizá el más profundo y brillante de los que haya realizado la ciencia hasta ahora, y, -sin embargo, el primer despliegue público de su fuerza fue el mayor genocidio instantáneo que se ha registrado en el mundo. El arma atómica es la primera amenaza real de aniquilamiento de la especie humana. La exploración espacial implica, en contraste con el átomo, la esperanza en el futuro. Pese a la pérdida de un número relativamente insignificante de astronautas soviéticos y norteamericanos en pruebas de rutina o de ensayo, el progreso de la ciencia y la rotura de los límites fronterizos de la humanidad son las promesas básicas de la aventura del espacio. Cuatro fechas concretas son los hitos geográficos: el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, el 12 de octubre de 1492; la llegada a Sanlúcar de Barrameda de la nave Victoria, mandada por Juan Sebastián Elcano, el 6 de septiembre de 1522, terminando el primer viaje de circunvalación de la Tierra; el primer vuelo espacial, realizado el 12 de abril de 1961 por el soviético Yuri Gagarin, y el desembarco en la Luna, el 20 de julio de1969, de los norteamericanos Neil Arinstrong y Edwin Aldrin.

Por último, tenemos la revolución que pone en marcha la informática, con las cuatro generaciones de ordenadores diseñados conforme a la máquina de John von Newmann, que será reemplazada en la quinta generación por la inteligencia artificial con arquitecturas diferentes, nuevas organizaciones de memoria y nuevos lenguajes de programación. El historiador de la tecnología Melvin Krazberg ha subrayado el impacto global de la informática en la economía, la manufactura de nuevos materiales con el auxilio de ordenadores, la expansión imparable del empleo de máquinas robotizadas, el influjo en las comunicaciones, la computadorización creciente en la ganadería y en los cultivos, el aumento y perfeccionamiento, continuo de los servicios en proporción al incremento de la industria de ordenadores y la utilización cada vez más amplia de éstos en el progreso científico y en el desarrollo total. El mejor libro de prospectiva norteamericana de estos años, el Megatrends, de John Naisbitt, indicaba en 1982 que se estaba pasando de una sociedad industrial a una economía basada en la creación y distribución de información. Más recientemente, el también estadounidense Peter F. Drucker ha escrito sobre el cambio de la economía mundial, señalando la transición de las industrias más intensivas de producci6n a industrias intensivas en materia de conocimiento, en paralelo a un resurgimiento del espíritu empresarial.

Si vemos el número de revoluciones tecnológicas que están desplegándose, junto con la de información -la ingeniería y la industria genética, la revoluciónverde y el cultivo de los océanos, los láser y las telecomunicaciones, etcétera-, comprobamos que se ha generado un efecto de bola de nieve: como ocurre a una roca cubierta de nieve que se desprende de un pico nevado, conforme avanza en su caída tanto más aumenta su dimensión y con tanta mayor fuerza arrasa lo que se le opone en su camino. Así seríamos arrasados nosotros si continuamos viviendo de la importación de patentes y con gran escasez de técnicos; pasaríamos a un irreversible plano difuminado de la historia.

La revolución tecnológica permanente requiere un incansable esfuerzo de investigación propia y una actitud innovadora de la sociedad. En olas sucesivas, los países que actualmente forman el grupo de los siete - con los enclaves del Pacífico ahora- se han colocado en primera línea. Su ejemplo es un reto para la economía espaflola y, más específicamente, para la Universidad, el empresariado y los sindicatos.

Los problemas se acumulan en las universidades politécnicas españo las por la falta de investigación y de laboratorios adecuados, la nula relación entre alumnos y profesores, la extraña mezcla de masificación con la práctica de un númerus clausus que es una forma de elitismo. Cualquier parecido entre esos centros, el MIT de Estados Unidos y otras muchas universidades occidentales es puro delirio. Tampoco el estilo empresarial dependiente del Estado-beneficencia tiene que ver con la modernización que está originando la revolución tecnológica del grupo de los siete. El porvenir depende de la capacidad de reajuste de nuestra sociedad más que de las decisiones del Estado.

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