Buen trabajo

Los Communards despiertan amores inquebrantables y odios profundos porque es un grupo atípico y original. La voz, siempre en falsete, de Jimmy Somerville es el principal signo diferenciador, pero no el único. Su compañero Richard Coles es un magnífico pianista que proporciona al grupo cierto clasicismo, incrementado por la presencia de cuatro mujeres que si al principio del concierto parecían sacadas de un soso pase de modelos, cuando cogieron dos violines, una viola y un chelo para convertirse en cuarteto de cuerda, mostraron un excelente nivel. Dos mujeres más integraban el grupo, al saxo y ...

Los Communards despiertan amores inquebrantables y odios profundos porque es un grupo atípico y original. La voz, siempre en falsete, de Jimmy Somerville es el principal signo diferenciador, pero no el único. Su compañero Richard Coles es un magnífico pianista que proporciona al grupo cierto clasicismo, incrementado por la presencia de cuatro mujeres que si al principio del concierto parecían sacadas de un soso pase de modelos, cuando cogieron dos violines, una viola y un chelo para convertirse en cuarteto de cuerda, mostraron un excelente nivel. Dos mujeres más integraban el grupo, al saxo y a la batería, completando un grupo con claro sentido del espectáculo.Sin embargo, la espectacularidad no ahogó la música, y Communards demostraron que saben lo que hacen. El concepto está muy por encima de las canciones, algunas de las cuales son concesiones a la música disco y otras buscan el éxito a través de mostrar influencias reconocibles. Sin embargo, baladas acompañadas de piano y chelo indicaban que lo que se pretendía no era únicamente la comercialada fácil, sino un trabajo elaborado con buenos arreglos de cuerda, viento y teclados e interpretado por excelentes instrumentistas. Sin olvidar a un simpático Jimmy Somerville con fuerza y dominio del escenario.