Crítica:FLAMENCO

Magisterio

Abrió Chano Lobato. No hizo más que templarse por soleá y ya supimos que iba a tener una noche gloriosa. La tuvo. Echándole sobre todo corazón, impregnando su decir de esa jondura integral que hace de cada cante una obra irrepetible. Soleares emocionantes y sobrecogedoras, transidas de genial intuición para dar a cada frase, a cada tercio, una plenitud expresiva sin posibilidad de superación.Después, Chano afrontó las cantiñas gaditanas en un recital absolutamente asombroso, con riqueza de formas, de acentos, increíble. Bulerías, la malagueña del Mellizo y los tanguillos de ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Abrió Chano Lobato. No hizo más que templarse por soleá y ya supimos que iba a tener una noche gloriosa. La tuvo. Echándole sobre todo corazón, impregnando su decir de esa jondura integral que hace de cada cante una obra irrepetible. Soleares emocionantes y sobrecogedoras, transidas de genial intuición para dar a cada frase, a cada tercio, una plenitud expresiva sin posibilidad de superación.Después, Chano afrontó las cantiñas gaditanas en un recital absolutamente asombroso, con riqueza de formas, de acentos, increíble. Bulerías, la malagueña del Mellizo y los tanguillos de La vieja rica completaron una actuación memorable. Como memorable fue la presencia de Curro de Utrera. Un cantaor anímicamente en el polo opuesto a Chano, pues su quehacer artístico lo rige con rigor una mente siempre serena.

VI Reunión Flamenca en la Universidad

Cante: Chano Lobato, Curro de Utrera, Antonio Núñez Chocolate. Toque: Luis Pastor, Juan Parrilla. Baile: Carmeliya Montoya, con Carmen Montoya y Enrique Soto al cante y Tito Losada y El Roto al toque. Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 28 de marzo.

Maestro de la sensatez

Yo diría que Curro de Utrera es un maestro de la sensatez y el orden en el mejor sentido de estos términos. Racionaliza el cante y lo controla sin arriesgar nada al impulso azaroso, y como está sobrado de facultades, cada interpretación suya es una pequeña joya de buen gusto y equilibrio. Cantaor largo, completo, abordó con igual acierto géneros tan dispares como fandangos y alegrías, el polo y las malagueñas.A Chano y Curro les acompañó un guitarrista a quien hay que incluir también entre los maestros: Luis Pastor. Toque añejo, nostálgico, que nos trajo el recuerdo de aquellos hombres que tocaban flamenco en estado puro, sin contaminaciones extrañas y a veces perturbadoras. Pastor desarrolló con ejemplar sobriedad ese diálogo permanente que debe ser el toque acompañando al cante, y se le supo agradecer.

Chocolate, en cambio, no tuvo suerte con el guitarrista que le correspondió. Menos mal que el cantaor se lo tomó con buen humor y tiró por la calle de en medio, prescindiendo prácticamente de la guitarra y haciendo el cante a su aire. Y dio también su lección, cantando como él sabe hacerlo en sus mejores momentos y dejando la impronta de su personalísima forma de hacer.

Carmeliya Montoya hizo un baile tópico, sin mayores virtudes que su temperamento y entrega, jaleado con excesiva estridencia por su madre. Único bajón de calidad en una noche flamenca de excelencia.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En