Los asalariados españoles perdieron en 1986 su mayoría histórica en el reparto de la renta

Los asalariados españoles perdieron en 1986 la mayoría que detentaban históricamente en el reparto de la renta, según los datos avanzados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El aumento del empleo ha sido insuficiente para quebrar la caída de la participación de las remuneraciones salariales en el producto interior bruto (PIB), debido a la expansión de los impuestos. Por el mismo motivo, los excedentes empresariales han dejado de ganar porciones en la tarta de la riqueza nacional, si bien en 1982 les correspondía un 44,3% del total y en el último ejercicio han obtenido el 46%.
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Los asalariados españoles perdieron en 1986 la mayoría que detentaban históricamente en el reparto de la renta, según los datos avanzados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El aumento del empleo ha sido insuficiente para quebrar la caída de la participación de las remuneraciones salariales en el producto interior bruto (PIB), debido a la expansión de los impuestos. Por el mismo motivo, los excedentes empresariales han dejado de ganar porciones en la tarta de la riqueza nacional, si bien en 1982 les correspondía un 44,3% del total y en el último ejercicio han obtenido el 46%.

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De cada 100 pesetas de producción o valor generado por la actividad económica el pasado año, 45,9 fueron a remuneraciones de los asalariados (incluidas las cuotas a la Seguridad Social); otras 8, a impuestos indirectos (una vez descontadas las subvenciones a empresas públicas y privadas), y, las otras 46,1 pesetas, a los excedentes empresariales.Las cuentas nacionales que permiten medir este reparto de la estructura de costes del PIB a precios de mercado no surgieron hasta hace vanas décadas. Pero todo parece indicar que en 1986 ha sido la primera vez en la historia de España en que las remuneraciones de los asalariados han perdido mayoría en la distribución de la riqueza nacional.

La pérdida de dicha mayoría se aprecia más claramente con la otra forma de medir el reparto de la riqueza: la renta nacional bruta al coste de los factores, concepto que excluye a los impuestos indirectos o sobre el consumo y a las rentas procedentes del resto del mundo o transferidas al mismo. Así, de los 29,4 billones de pesetas de renta nacional estimada por el INE para el año 1986 -un 13,6% más que el año anterior-, los asalariados obiuvieron el 49,9%, y los excedentes brutos de explotación, el 50,1%, exactamente a Ia inversa que en el ejercicio anterior.

Ida y vuelta

Antes de este leve avance que ha permitido a los excedentes pasar el rubicón, la remuneración de los asalariados ha seguido recorridos de ida y vuelta. Primero ganó paulatinamente mayores porciones de la tarta en los años del desarrollismo: desde el 53,2% de 1964 hasta un máximo del 64,5%, en el bienio 1976-1977. A partir de entonces, la parte de los sueldos y salarlos empezó a ceder pequeñas porciones, aunque las cotizaciones a la Seguridad Social mantuvieron su expansión y, compensaron parte del retroceso de los salarlos. Las caídas más bruscas se registraron cuando la política de moderación salarial se unió al freno en las cotizaciones, a partir de 1983.

De ahí que en los cuatro últimos años las remuneraciones de los asalariados hayan perdido 4,5 puntos del PIB, lo que representa una caída del 9% (desde el 50.4% en 1982 hasta el 45,9%, refiejado en el cuadro adjunto). Esta transferencia de rentas salariales a excedentes (1,7 puntos) y a impuestos (2,7 puntos), equivalente en conjunto a la mitad de todo el crecimiento real del PIB en los cuatro últimos años, ha sido el principal factor de saneamiento de la economía, según señalan numerosos analistas.

De los 4,5 puntos de pérdida, algo más de 3,5 se ha debido a la reduceción del empleo asalariado, que en 1983 bajó un 0,7% respecto a los 7,87 trabajadores por cuenta ajena existentes durante el año anterior; en 1984, otro 2,7%, y un año después, el 0,1% más. Tales reducciones del empleo, que permitieron fuertes mejoras de la productividad de la economía, según se refleja en el gráfico adjunto, han sido compensadas por el incremento del número de asalariados en 1986, que ha duplicado con creces al 2,4% de aumento detectado en el empleo total gracias a la caída ofrecida por las estadísticas dentro del grupo de trabajadores autónomos.

Como el mayor trozo de tarta destinado a los excedentes se reparte entre menos personas, en 1986 ha quedado mayor margen que en años anteriores para incrementos superiores al 13,8% estimado por estadística en el conjunto de las rentas no salariales, las cuales se han incrementado un 12,9%.

También en pesetas corrientes de los cuatro últimos años, cuando las remuneraciones de los asalariados han crecido en pesetas cerca del 45% y el excedente bruto de explotación un 70%, estimaciones privadas -el INE no llega a tanta desagregación- apuntan que las rentas agrarias casi se han duplicado, las de comerciantes y empresarios Írividuales han superado el 80%, las amortizaciones de las empresas han evolucionado de forma similar al excedente de explotación, y las rentas del capita y el ahorro empresarial han excedido del ciento por ciento. De este último grupo, el beneficio retenido por sociedades y empresas parece que ha. crecido cerca del 150% mientras que los intereses y dividendos han seguido una evolución similar a la del conjunto del excedente y las rentas de alquileres han estado más próximas a la evolución de las remuneraciones de los asalariados.

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