Bélgica exige la prueba del SIDA a becarios extranjeros

El Gobierno belga acaba de dar el visto bueno a una disposición de su Secretaría de Estado para la Cooperación que obliga a los estudiantes becarios a someterse a la prueba del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Aquellos que rechacen la prueba o cuyo resultado del análisis de sangre sea positivo serán sancionados con la anulación de la beca, su estado de salud será comunicado a sus respectivos Gobiernos y, como no podrán ya justificar unos ingresos que les permitan subsistir, serán expulsados del país donde cursaban estudios.La medida, que había empezado a aplicarse en febrero por...

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El Gobierno belga acaba de dar el visto bueno a una disposición de su Secretaría de Estado para la Cooperación que obliga a los estudiantes becarios a someterse a la prueba del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Aquellos que rechacen la prueba o cuyo resultado del análisis de sangre sea positivo serán sancionados con la anulación de la beca, su estado de salud será comunicado a sus respectivos Gobiernos y, como no podrán ya justificar unos ingresos que les permitan subsistir, serán expulsados del país donde cursaban estudios.La medida, que había empezado a aplicarse en febrero por el secretario de Estado para la Cooperación, André Kempinaire, preveía inicialmente que fuese también practicada sobre el cónyuge y los hijos del becario pero el Consejo de Ministros la ha limitado al estudiante.

Los ciudadanos originarios de la Comunidad Europea (CE) están excluidos de la prueba porque incluirles hubiese acaso supuesto una violación de la legislación comunitaria sobre la libre circulación de las personas, y las autoridades belgas han preferido evitar el problema.

Hasta ahora unos 800 estudiantes han tenido que someterse al análisis sobre un total de 1.500 becarios del Estado belga, casi todos africanos y mayoritariarnente procedentes de Zaire, la ex colonia belga en aquel continente. Los afectados estiman discriminatoria la disposición porque, resaltan, otras categorías de la población también consideradas de alto riesgo, como los diplomáticos del Tercer Mundo, no deben pasar la prueba. Esta acusación ha sido rechazada por Kempinaire y su homóloga de Sanidad, Wivina Demeester. Ambos miembros del Gabinete recuerdan que a los jóvenes belgas que optan por la cooperación en el Tercer Mundo en lugar de hacer su servicio militar se les hace obligatoriamente a su regreso un análisis de sangre tendente a detectar el SIDA. Pero como son belgas no corren obviamente el riesgo de verse forzados a interrumpir sus estudios o de ser expulsados.

Algunas sindicatos de estudiantes y asociaciones médicas han protestado contra la medida alegando que, como acaba de recordarlo la Organización Mundial de la Salud, la eficacia de la prueba no está del todo demostrada y pidiendo que el estudiante a punto de ser expulsado pueda pedir que se le practique otro análisis. Una comisión de expertos gubernamentales se ha comprometido a estudiar esta solicitud. En Bélgica había en octubre pasado 180 casos de SIDA.

Respecto a los 1.500 estudiantes que reciben subsidios del Estado belga, casi todos originarios del Zaire, unos 80 habrían dado resultados positivos, y basándose en las disposiciones recién adoptadas, (su informe médico va a ser remitido a sus respectivos Gobiernos) su beca va a ser suprimida y por falta de recursos serán expulsados del país donde cursaban estudios.

Los moradores de la Maison Africaine, colegio universitario frecuentado por súbditos zaireños en el centro de Bruselas, están soliviantados y no dudan en calificar la prueba como "humillante" e incluso "racista".

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