Tribuna:EL OMBUDSMAN

Cajón de sastre con los reparos de los lectores

La cartas y llamadas telefónicas de la última semana al defensor de los lectores corresponden, algunas de ellas, a temas menores, pero no por ello menos importantes y donde demuestran su sensibilidad los compradores habituales de EL PAÍS preocupados por reparar lo que ellos consideran fallos del periódico.Maruja Torres ha batido estos días el récord entre los redactores de EL PAÍS al cosechar la mayor serie de lamentaciones de los lectores. La columna de la última página del pasado 18 de febrero, titulada Guau, la dedicaba a criticar en su forma habitual de humor e ironía las dec...

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La cartas y llamadas telefónicas de la última semana al defensor de los lectores corresponden, algunas de ellas, a temas menores, pero no por ello menos importantes y donde demuestran su sensibilidad los compradores habituales de EL PAÍS preocupados por reparar lo que ellos consideran fallos del periódico.Maruja Torres ha batido estos días el récord entre los redactores de EL PAÍS al cosechar la mayor serie de lamentaciones de los lectores. La columna de la última página del pasado 18 de febrero, titulada Guau, la dedicaba a criticar en su forma habitual de humor e ironía las declaraciones de la esposa del líder aliancista Hernández Mancha, Belén Martínez, que según una noticia publicada en un diario afirmaba que cuando era pequeña acompañaba a su padre de cacería, hacía de perro e iba "detrás de los zorzales con la lengua fuera, procurando imitar el sonido del animal perseguidor".

Juan José Longas está entre los comunicantes más educados que mostraron sus quejas en contra del citado artículo y lo considera "fuera de lugar, y no está bien que la autora se explaye en sus manías hacia una persona". Por teléfono también hubo quien expresó de forma correcta la indignación: "Sus comparaciones son irrespetuosas hacia los lectores, que no tenemos por qué soportar que se nos insulte de esa forma".

El ombudsman refleja estas críticas de los lectores hacia el tono mordicante que Maruja Torres utiliza en sus escritos, con un estilo literario donde vapulea las costumbres, aficiones y extravagancias de los demás.

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El corresponsal de EL PAÍS en Argentina, Martín Prieto, publicó en la página 16 del suplemento Domingo del pasado 8 de febrero un relato titulado En el territorio del fín del mundo sobre la isla de los Estados, al sur del estrecho de Magallanes, en el confín de Argentina y el mundo. El lector Armando López se queja de que el mapa que acompañaba al trabajo literario no reflejaba con exactitud dónde se encontraba el faro del fin del mundo, citado en dicho artículo, y señala asimismo dos errores del texto: "El primero se refiere a que no es posible que en sus escolleras encontraran la muerte marinos del siglo XVI. Aunque es probable que Drake, doblando el cabo de Hornos en 1578 -cabo localizado exactamente en 1615 por Lemaire y Schouten-, pasase cerca de la entonces completamente desconocida isla".

"El segundo error lo encontramos al hablar de los penados que se asegura en el trabajo de Martín Prieto que soportaron penalidades de seis años, y según sus datos estuvieron desde 1886 hasta 1902, de donde se deduce que fueron 16 y no seis años".

El defensor de los lectores ha telefoneado a Buenos Aires a Martín Prieto, que ha añadido más errores de los ya citados y nos explica: "El error del mapa no es mío. Está hecho en Madrid, y había que haber señalado el faro en la isla San Juan de Salvamento y citando isla de los Estados. En cuanto a los errores del artículo, yo te puedo añadir alguno más que ahora recuerde. Mandé la crónica telefónicamente, y toma nota de otros desaciertos de los que yo no respondo. Donde queda escrito 'jamás la oyó', yo había dictado 'jamás la holló'; falta gramatical es escribir 'sestantes' cuando evidentemente son 'sextantes'; donde dice 'huesos adheridos' debe decir 'huesos ateridos'; los 'guanacos terneados' son 'guanacos carneados'; nunca me atrevería a escribir una 'fondu' de la forma en que salió publicada: 'fondish".

Y para no alargarnos con otros confundimientos que nos citó este corresponsal desesperado, Martín Prieto señaló que no eran "escamparías" de la Armada argentina lo que él describía, sino "escampavías", pequeños veleros que acompañan a otra embarcación más grande, sirviéndole de explorador.

La lectora Berna Wang ha advertido que la corresponsal del diario en Moscú, Pilar Bonet, utiliza en algunas ocasiones la palabra "exilio" cuando cita a disidentes "desterrados" o "confinados" por el Gobierno soviético, y como ejemplo nos señala: "Koriaguin, de 48 años, fue condenado a siete años de prisión y cinco de exilio en 1981...", cuando realmente en correcto español debe decir "exilio interno" o "confinamiento". Jordi Bigas se refiere a un tema similar cuando Lola Galán, enviada especial a Melilla, cita a Aornar Mohamedi Dudú como "autoexiliado" en Nador, y subraya que "autoexilio tiene un sentido indirecto sobre el carácter del exilio y es una carga de opinión innecesaria en forma de actitud de rechazo a la persona de Dudú". Según el Diccionario de la Lengua Española habría que decir "expatriado".

José Carlos Siegrist es un redactor y corrector tipográfico que no trabaja en EL PAÍS y nos revela erratas en una de las secciones que considera como la más noble del periódico: la página editorial. Por conciencia profesional le lastima pensar que sus compañeros correctores del periódico dejen pasar en algunas ocasiones algunas erratas: "Por suerte no todos los editoriales contienen tal cantidad de erratas, la media es de tres o cuatro, pero en los del pasado domingo 13 de febrero pueden apreciarse 11 erratas importantes, además de otras 14 de menor cuantía, algunas discutibles, pero con cuya corrección mejoraría la legibilidad del escrito. Este número de fallos es, a mi juicio, inadmisible para el artículo bandera de una publicación que se precia de ser (y sin duda lo es) modelo de profesionalismo y buen hacer periodístico".

El lector se refiere a los editoriales titulados El ímpetu del nuevo dirigente soviético y La nueva cara de la feria Arco. Según el director técnico, Francisco Pérez Escudero, el primero no fue enviado en ningún momento a corregir, y el referido a la feria Arco fue corregido y posteriormente sufrió una serie de añadidos en la Redacción para no volver a ser corregido. El responsable de la edición del periódico de ese día, el subdirector Eduardo San Martín, reconoce los fallos: "Aunque la colocación de algunas comas que el comunicante indica como erratas, para él son discutibles desde el punto de vista gramatical, el lector tiene toda la razón. Asumo toda la responsabilidad. Los editoriales ya estaban corregidos, pero tuvieron que ser editados y modificados a última hora, y aunque debieron volver a corrección antes de su publicación, no lo hicimos".

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