Crítica:

Cosa de blasfemos

The Sinners

Concierto de The Sinners (82 minutos): Sven Köhler, voz; Michael Sellers, guitarra; Henki van den Born, guitarra; David Sellers, bajo, y Rikard Swärdh, batería. Sala Star. Madrid, 29 de enero.

En la presente década, el rock europeo ha encontrado su propio camino, y en muchos casos ha superado al británico y al estadounidense, sobre todo en Francia, España y los países escandinavos. El quinteto sueco de Malmoe, The Sinners, ha traspasado ya sus fronteras, ha cautivado en el centro del continente, sobre todo en el país galo, y también han concentrado mucho...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

The Sinners

Concierto de The Sinners (82 minutos): Sven Köhler, voz; Michael Sellers, guitarra; Henki van den Born, guitarra; David Sellers, bajo, y Rikard Swärdh, batería. Sala Star. Madrid, 29 de enero.

En la presente década, el rock europeo ha encontrado su propio camino, y en muchos casos ha superado al británico y al estadounidense, sobre todo en Francia, España y los países escandinavos. El quinteto sueco de Malmoe, The Sinners, ha traspasado ya sus fronteras, ha cautivado en el centro del continente, sobre todo en el país galo, y también han concentrado muchos admiradores aquí, a pesar de que no han editado ningún elepé.

Aparecieron vestidos con americanas y corbatas negras, muy sonrientes, con aspecto de mods. Elegantes y salvajes al mismo tierripo, juveniles y capaces, desarrollan un rock sin aditivos, tan original y fresco como el de los primeros años. Son una banda sin protagonistas, en que el batería, infatigable y pletórico, impulsa a sus compañeros, que se dejan guiar por la voz del cantante, fina y poderosa, de estilo beat, que produce en el espectador un optimismo instantáneo, gracias a la energía que despiden las dos guitarras rockeras. En un momento del recital, el vocalista, casi siempre con pandereta en mano, presentó la balada Watch out y dijo que después de tanto sudar convenía tomárselo con calma. Simple falacia escénica, porque The Sinners no pueden evitar dar caña, tralla sonora.

The Sinners ofrecen preferentemente un repertorio propio con canciones que parecen clásicas, como si se hubieran oído de toda la vida, caso de No, no, no o de Won't be back o recuerdan a Elvis Presley con Suspicious minds. Viven, crean entre dos tiempos. Actúan en recintos típicos de los años sesenta -el de Madrid no fue una excepción-, visten y tocan como entonces, mientras su espíritu, sus letras, son de ahora.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En