Poindexter, ex consejero de Seguridad de Regan, sospechoso de destruir documentos comprometedores

El hasta ahora máximo responsable del escándalo de la venta secreta de armas a Irán, el dimitido consejero de Seguridad Nacional John Poindexter, ha podido destruir documentos comprometedores para altos cargos después de que el Ministerio de Justicia y el FBI abrieran una investigación criminal sobre el caso que ha conmocionaido a la presidencia de Ronald Reagan, reveló ayer The New York Times. El presidente trató ayer de minimizar lo sucedido y de desviar la atención del escándalo dedicando su alocución radiofónica de los sábados a cantar el éxito de su gestión económica y la "histórica expan...

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El hasta ahora máximo responsable del escándalo de la venta secreta de armas a Irán, el dimitido consejero de Seguridad Nacional John Poindexter, ha podido destruir documentos comprometedores para altos cargos después de que el Ministerio de Justicia y el FBI abrieran una investigación criminal sobre el caso que ha conmocionaido a la presidencia de Ronald Reagan, reveló ayer The New York Times. El presidente trató ayer de minimizar lo sucedido y de desviar la atención del escándalo dedicando su alocución radiofónica de los sábados a cantar el éxito de su gestión económica y la "histórica expansión" en EE UU.

"Hay otros asuntos que nos preocupan, además d el tema de Irán, que nos ha ocupado durante las dos últimas semanas", dijo Ronald Reagan, que se encuentra pasando un largo fin de semana en su rancho de California. "Volveré a Washington el lunes", afirmó, "para controlar el déficit presupuestario". Pero en la capital federal le espera, mañana mismo, la apertura de lo que puede ser una penosa investigación parlamentaria. Además de capear el temporal que amenaza con arruinar su carrera política, el presidente deberá también nombrar un nuevo consejero de Seguridad Nacional, puesto para el que ayer se citaba, como solución de compromiso, a David Abshire, hasta ahora embajador de Estados Unidos ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).La presunta desaparición de pruebas de la operación clandestina de venta de armas a Irán y desvío de dinero para financiar a la contra ha obligado a la Casa Blanca a ordenar a todo su personal que conserven completos sus papeles, públicos o privados, las anotaciones en sus diarios, las listas de llamadas telefónicas y todo el material almacenado en sus ordenadores, que no debe ser "sacado del complejo de la Casa Blanca, destruido, alterado o deteriorado de ninguna forma".

"La integridad y credibilidad de las investigaciones requiere el acceso a todos los documentos que usted, tiene en su poder", afirma la orden de la Casa Blanca, que ha actuado a petición del Ministerio de Justicia. Pero puede que ya sea tarde. El teniente coronel Oliver North, el brazo derecho de Poindexter y el ejecutor de la conexión iraní y del posterior contragate. ya ha destruido parte de sus papeles.

Fuentes gubernamentales dijeron ayer que Poindexter se ha limitado a realizar una limpieza rutinaria de documentos secretos, quizá no relacionados con el caso. Al parecer, es normal que diariamente los altos funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional, que recibe información superconfidencial de las diferentes agencias del espionaje norteamericano, destruyan el material al final del día, arrojándolo a unas papeleras especiales que lo hacen desaparecer.

Sin embargo, la coincidencia de esta exhibición de celo profesional de North y Poindexter, justo después de perder sus puestos y cuando sus actuaciones pueden haber sido delictivas, resulta cuando menos sospechosa. El fiscal general supo el sábado pasado de la existencia de posibles llegalidades y hasta el martes los dos principales implicados tuvieron libre acceso a su despacho.

"Lo que está ocurriendo-es una desgracia", ha dicho el senador demócrata John Kérry. "Todos los documentos en los archivos de cualquiera que haya tenido que ver con esto debieran haber sido bloqueados desde que se decidió que había un problema". El comité de inteligencia del Senado, que mañana iniciará el interrogatorio de testigos sobre el escándalo iraní -se cree que puede citar a declarar, bajo juramento, a Poindexter, North y al ex consejero de Seguridad Nacional Robert McFarlane-, urgió ayer a la Casa Blanca a que proteja todo el material relativo al caso.

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Reunión en Marbella

En la cascada de nuevos datos sobre el mayor escándalo de la presidencia Reagan, Marbella apareció ayer como uno de los lugares donde el pasado verano se discutió la venta de armas norteamericanas a Irán. En el 50º cumpleaños del multimillonario saudí Adnan Khashoggi, el 23 y el 24 de julio se reunieron en la capital de la Costa del Sol millo narios, hombres de negocios, traficantes de armas, el embajador norteamericano en Italia, Max well Rabb, y la actriz Brooke Shields."Rabb me dijo en la fiesta que Khashoggi tenía un plan ingenioso para liberar a los rehenes", explica Ronald Kessler, un escritor que estaba presente y que acaba de publicar un libro sobre Khashoggi titulado El hombre más rico del mundo. Kessler afirma que el magnate saudí negoció el envío de un cargamento de armas norteamericanas a Irán por valor de 12 millones de dólares (1.620 millones de pesetas) como parte de suministros militares de otros países valorados en 120 millones de dólares (16.200 millones de pesetas).

Esta Información, publicada ayer por The New York Times, procede de los documentos relacionados con el juicio que se va a abrir en Nueva York contra 17 personas acusadas de haber intentado vender a Irán armas norteamericanas por valor de 2.000 millones de dólares (270.000 millones de pesetas). En la fiesta de Marbella estaba también Nico Minardos, uno de, los encausados en el proceso neoyorquino.

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