Cartas al director

Máximo, en el clavo

Si me preguntasen quién es Máximo, respondería lo siguiente: un señor que hace chistes en EL PAÍS, los cuales alguna vez entiendo. Y una de las veces que he entendido el cotidiano chiste de Máximo ha sido el 1 de octubre. Sobre lo que titula Geografía sentimental de España; el humorista dibuja el triángulo del País Vasco en el lugar correspondiente sobre la Península, e inscribe dentro: "Los españoles no nos entienden". Y sobre el resto del mapa del Estado: "Los vascos no nos quieren".Con el fino y particularísimo estilo que caracteriza sus viñetas, Máximo da en el clavo, ...

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Si me preguntasen quién es Máximo, respondería lo siguiente: un señor que hace chistes en EL PAÍS, los cuales alguna vez entiendo. Y una de las veces que he entendido el cotidiano chiste de Máximo ha sido el 1 de octubre. Sobre lo que titula Geografía sentimental de España; el humorista dibuja el triángulo del País Vasco en el lugar correspondiente sobre la Península, e inscribe dentro: "Los españoles no nos entienden". Y sobre el resto del mapa del Estado: "Los vascos no nos quieren".Con el fino y particularísimo estilo que caracteriza sus viñetas, Máximo da en el clavo, esencia del problema. El que el pueblo vasco, gente considerada universalmente como noble y hospitalaria, albergue un sentimiento generalizado de repudio por todo lo que huela a español en su territorio, hasta el punto de parir una camada de hijos bastardos (léase organización terrorista ETA), protegidos y admirados (no nos engañemos) por una gran parte de ese pueblo. Apoyados, si no de acción sí de omisión, por ese mismo pueblo. El que esto ocurra, digo, ha de tener su porqué. Razones históricas las habrá, pero no alcanzo a comprender hasta qué punto poderosamente lógicas, para diferenciarse tanto de Galicia, Asturias, Cantabria, Aragón o incluso Cataluña, en ese afán por el independentismo. Por otro lado, al constatar que es uno de los puntos con mayor renta per capita del país, me siento tentado a pensar que es por alguna especie de racismo. ¿Pero cómo?, me digo sin salir de la confusión. ¿Es posible que un pueblo que rezuma sentimientos nobles pueda ser, racista? Y en esta terrible duda me pierdo sin encontrar motivos coherentes. Soy, por tanto, uno de esos españoles que no entiende por qué los vascos no nos quieren-

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