LAS VENTAS

A Nimeño le toca el gordo

JOAQUIN VIDAL Hay corridas, corno la de ayer, desdichadamente malas, en las que, de repente, sale un toro bueno, y al torero que le corresponde le cae el gordo. Hay corridas que son la lotería. Pero la de ayer aún fue más sorprendente, pues el toro de la suerte no estaba en el bombo. No era de la ganadería anunciada, ni sobrero, sino uno que andaba por los corrales aromatizándolos de boñiga y orín.

Además, tampoco era el gordo, que era el flaco. Ja, ja, menudo chiste. Se trataba del más chico de una corrida que exhibió impresionante trapío; cojo por más señas, al que protestó con furia ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

JOAQUIN VIDAL Hay corridas, corno la de ayer, desdichadamente malas, en las que, de repente, sale un toro bueno, y al torero que le corresponde le cae el gordo. Hay corridas que son la lotería. Pero la de ayer aún fue más sorprendente, pues el toro de la suerte no estaba en el bombo. No era de la ganadería anunciada, ni sobrero, sino uno que andaba por los corrales aromatizándolos de boñiga y orín.

Además, tampoco era el gordo, que era el flaco. Ja, ja, menudo chiste. Se trataba del más chico de una corrida que exhibió impresionante trapío; cojo por más señas, al que protestó con furia la afición. Posiblemente, de haber salido antes en la tarde la presidencia lo habría devuelo al corral. Pero salió en sexto lugar, la, presidencia ya había devuelto dos toros -uno de ellos, precisamente el sexto titular-, caía la noche y el cielo amenazaba tormenta.

Castilleja / Inclusero, Marismeño, Nimeño

Tres toros de La Castilleja, con trapío, mansos y, broncos; 4, del conde de Cabral, muy serio y duro; dos sobreros de La Guadaira, 22 incierto, 62 pastueño. El Inclusero: media escandalosamente baja, otra ladeada y descabello (silencio); dos pinchazos, bajonazo escandaloso y tres descabellos (pitos). Marismeño: estocada corta ladeada tendida y dos descabellos (silencio); tres pinchazos y descabello (silencio). Nimeño II: dos pinchazos y bajonazo (silencio); bajonazo (petición y vuelta).Plaza de Las Ventas, 3 de agosto.

No nos fuera a caer la gota fría. De manera que el presidente se hizo el sueco y el toro se lidió al completo, para fortuna de todos, principalmente de Nimeño, al que le estaba tocando la lotería. Así que veroniqueó con gusto, banderilleó fácil (igual que en el tercero), construyó una bonita faena de muleta en la que se apreció la madurez artística que ha adquirido con el paso de los años.

Nimeño era un torero apresurado y ahora es tranquilo, con un importante sentido del ritmo y acendrada torería. Todo ello se advirtió en los redondos inciales de la faena al toro de la fortuna, aún más en el precioso cambio de mano echando suavemente abajo la franela; en los naturales, unos de frente, otros cargando la suerte, aún más en la ligazón con los de pecho; en nuevos redondos de fino trazo, aún más cuando remató con el ayudado, rodilla en tierra. Ahora bien, mató de bajozano y quizá por esta sustancial razón el palco no quiso refrendar con trofeos el premio gordo del torito pastueño, al que supo hacer honor.

A los otros diestros, en cambio, ni la pedrea les tocó. Antes al contrario: sudores y sobresaltos. El Inclusero y Marismeño son par de torerazos que, en igualdad de condiciones (es decir, de toros boyantes) son capaces de mojar la oreja al más pintado figurón. Sin embargo, cuando el toro salta a la arena bronco, torear bonito es imposible, pues serán torerazos, pero no la virgen de Lourdes.

Daba miedo ver las tarascadas que le tiraba el primer pavo a El Inclusero, y a El Inclusero no le daría menos. El cuarto tampoco estaba claro y el torerazo que no es la virgen de Lourdes le sacó unos pocos redondos de su sello, nada más. Ya no está El Inclusero para dejarce partí loj mujlo, y menos en agosto. Marismeño aplicó a sus dos toros inciertos técnica de buen lidiador, y algunos derechazos y naturales logró, al amanoletado estilo: de perfil, muleta retrasada, mano altita.

El tercero gazapeaba y Nimeño le marcaba el paso ruedo adelante, intentando sorprenderle con algún derechazo. Entonces no lo sabía Nimeño, pero un toro de La Guadaira, mientras la instrucción, estaba aromatizando de boñiga y orín los corrales, para motivarse, sin que nadie reparara en él y su puerca circunstancia, y resultó que se trataba del gordo de la lotería.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En