El Reino Unido asume la presidencia de la CE y la responsabilidad de presionar a Suráfrica

La misión, a instancias de los doce, de presionar al régimen surafricano y considerar una eventual flexibilización de su postura ha recaído, paradójicamente, en el país más reticente a la imposición de sanciones al régimen del apartheid, el Reino Unido, que a partir de hoy accede durante seis meses a la presidencia de la Comunidad Europea (CE). Es previsible que el Reino Unido, el miembro de la Comunidad con mayores intereses económicos en aquel país, haga de nuevo en otoño todo lo posible para evitar medidas negativas contra Pretoria o intente, por lo menos, reducirlas a su mínima expresión....

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La misión, a instancias de los doce, de presionar al régimen surafricano y considerar una eventual flexibilización de su postura ha recaído, paradójicamente, en el país más reticente a la imposición de sanciones al régimen del apartheid, el Reino Unido, que a partir de hoy accede durante seis meses a la presidencia de la Comunidad Europea (CE). Es previsible que el Reino Unido, el miembro de la Comunidad con mayores intereses económicos en aquel país, haga de nuevo en otoño todo lo posible para evitar medidas negativas contra Pretoria o intente, por lo menos, reducirlas a su mínima expresión.

La incapacidad de tomar rápidamente decisiones conjuntas en materia de política exterior, a propósito ahora de África del Sur y antes de Libia o del accidente nuclear de Chernobil ha contribuido a restar peso a la CE en el concierto de naciones. Pero si bien esta dificultad de reaccionar persistirá, sin duda, durante los seis próximos meses, la presidencia británica será, en cambio, especialmente emprendedora desde un punto de vista económico."Asumir la presidencia de la CE", afirmaba el secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, al presentar su tarea en un diario belga, "consiste principalmente en vigilar el buen funcionamiento de los asuntos tratados por el Consejo de Ministros y en desempeñar el papel de portavoz de los países miembros en materia de política exterior".

Para hacerse cargo con más eficacia del liderazgo de la Comunidad, el Reino Unido ha inaugurado una política de estrecha coordinación con su predecesor en la presidencia, Holanda, que será prolongada con su heredero al frente de la CE, Bélgica.

La prioridad del Gobierno de Londres coincide con la de la Comisión Europea y consiste en instaurar, de aquí a 1992, el "gran mercado interior" que suprima las últimas barreras burocráticas para la circulación de mercancías entre los países miembros (que suponen un gasto anual de 995.000 millones de pesetas) y potencie el crecimiento de las industrias de alta tecnología que necesitan un amplio espacio económico.

Los principios enunciados por el jefe de la diplomacia británica, puestos ya en práctica en el Reino Unido, suponen una liberalización de los transportes aéreos, marítimos y terrestres que se traduciría en la irrupción en el mercado de muchas más compañías privadas de aviación civil y una disminución generalizada de las tarifas.

Otro importante objetivo de la presidencia británica es la puesta en marcha, en colaboración con Italia e Irlanda, de un ambicioso plan de lucha contra el paro mediante la ayuda a la fundación de pequeñas empresas, la introducción de una mayor flexibilidad en el mercado del empleo y la creación de programas de formación profesional para los que permanecen desocupados mucho tiempo.

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La Política Agrícola Común (PAC), cuyo almacenamiento de excedentes absorbe el 50% del presupuesto de la CE, constituye, por último, otra prioridad británica, y Howe es partidario de estimular el debate sobre su reestructuración, para adaptar la producción al consumo.

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