CIENCIA

Nuevos hallazgos apoyan la teoría del 'agujero negro' en la Vía Lactea

El descubrimiento de extraños objetos, desconocidos hasta ahora, en el centro de la Vía Láctea ha desencadenado una profusión de nuevas teorías sobre el universo que los astrónomos han fabricado para explicar lo inexplicable. Dos han sido los descubrimientos que han propiciado este fenómeno. El primero de ellos es la cada vez mayor evidencia de que nuestra galaxia posee una corriente de gases extremadamente calientes que salen de su núcleo, lo que apoyaría la teoría de que en el centro de la Vía Láctea existe un agujero negro, o, lo que es lo mismo, una concentración de materia tan densa que n...

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El descubrimiento de extraños objetos, desconocidos hasta ahora, en el centro de la Vía Láctea ha desencadenado una profusión de nuevas teorías sobre el universo que los astrónomos han fabricado para explicar lo inexplicable. Dos han sido los descubrimientos que han propiciado este fenómeno. El primero de ellos es la cada vez mayor evidencia de que nuestra galaxia posee una corriente de gases extremadamente calientes que salen de su núcleo, lo que apoyaría la teoría de que en el centro de la Vía Láctea existe un agujero negro, o, lo que es lo mismo, una concentración de materia tan densa que ni siquiera la luz puede escapar a su gravedad.

El segundo de los descubrimientos es la existencia de tres estructuras filamentosas que atraviesan transversalmente la zona central de nuestra galaxia. Estas enormes estructuras -100 años luz de largo por más de un año luz de ancho- no estan ligadas a ninguna otra estructura conocida en la Vía Láctea.Para George Field, astrónomo del Smithsonian Center, de la universidad de Harvard, estas estructuras -únicas, en su opinión- podrían ser la evidencia de la existencia de las llamadas cuerdas cósmicas, que serían los ecos reminiscentes de los fenómenos que acontecieron durante el big bang, la explosión que originó la formación del universo.

Los descubrimientos fueron hechos mediante un nuevo tipo de telescopio de muy larga distancia (conocido con las siglas en inglés VLA) capaz de penetrar dentro del llamado polvo cósmico, que normalmente impide a los sistemas ópticos tradicionales descifrar zonas del cosmos rodeadas de esta especie de niebla, dado que las observaciones se hacen mediante ondas infrarrojas y posteriormente se las visualiza mediante un ordenador.

Este tipo de radiotelescopios han conseguido también identificar una pequeña pero muy intensa fuente de radiación justo en el centro de nuestra galaxia, rodeada por una serie de estructuras en espiral que se supone son gases que parten de dicho punto central, a la manera del agua de un baño saliendo por el desagüe.

Más alejadas del centro de la galaxia se encuentran dos estructuras con forma de arco y un par de objetos cónicos invertidos. Lo primero lo explican los astrónomos como un gigantesco campo magnético conectado con, el corazón de la galaxia; en cuanto a lo segundo, no encuentran explicación alguna.

Respecto a las estructuras filamentosas que atraviesan como agujas el centro de la Vía Láctea, a los astrónomos no se les ocurre otra explicación que calificarlas como desechos de la fabricación del universo, o, defectos de fábrica, en el sentido de que son los ecos reverberantes del big bang, o gran explosión con la que comenzó la historia del cosmos.

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