El uso masivo del gas natural en centrales térmicas salvó el acuerdo con Argelia en 1985

La utilización masiva de gas natural en centrales térmicas para la producción de energía eléctrica permitió cumplir el acuerdo con Argelia sobre el gas natural alcanzado en febrero de 1985, que preveía unas compras de 15.000 millones de termias para el ejercicio. Según datos oficiales, más de 6.900 millones de termias -prácticamente la mitad de las compras previstas en el contrato con Argelia- se utilizaron en la producción de energía eléctrica en el pasado año, pese a que hubiese resultado mucho más barato para alcanzar el mismo fin emplear carbón de procedencia nacional o recurrir a los elev...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La utilización masiva de gas natural en centrales térmicas para la producción de energía eléctrica permitió cumplir el acuerdo con Argelia sobre el gas natural alcanzado en febrero de 1985, que preveía unas compras de 15.000 millones de termias para el ejercicio. Según datos oficiales, más de 6.900 millones de termias -prácticamente la mitad de las compras previstas en el contrato con Argelia- se utilizaron en la producción de energía eléctrica en el pasado año, pese a que hubiese resultado mucho más barato para alcanzar el mismo fin emplear carbón de procedencia nacional o recurrir a los elevados excedentes de fuel producidos por las refinerías nacionales.

El forzado cumplimiento del acuerdo establecido con Argelia en febrero de 1985 está distorsionando toda la anterior estructura energética española, según estiman expertos del sector. Aunque esta distorsión no será muy significativa durante los tres primeros años de la vigencia del acuerdo con Argelia -es decir, hasta finales de 1987-, los efectos sobre el resto de las energías se harán notar de una manera meridiana a partir de 1988, cuando las cantidades que deban retirarse de Argelia crezcan de 22.000 millones de termias en ese año hasta las 38.000 millones previstas a partir de 1997.Según fuentes gasísticas, el acuerdo de Argelia introducirá, a partir de 1988, profundos cambios en la estructura energética española, reduciéndose la importancia relativa del carbón, el petróleo (fueles para térmicas) y, presumiblemente, la energía nuclear. De hecho, gran parte del reciente conflicto minero -fundamentalmente, el de Teruel- ha tenido su origen en este temor, ya que la minería del carbón puede ser la gran sacrificada en los años futuros, de la misma forma que la energía nuclear fue la gran víctima del PEN-83, con la paralización de cinco grupos de generación nuclear.

Revisión del PEN

El Ministerio de Industria y Energía se encuentra revisando el Plan Energético Nacional (PEN) de 1983 que, redactado y aprobado por el Parlamento con anterioridad a la firma del acuerdo con Argelia, preveía tan sólo un mínimo incremento de los consumos de gas natural sobre los actuales (un 3,3% del total de la energía primaria). En medios próximos al Ministerio de Industria siempre se ha apuntado que este mínimo incremento de los consumos del gas fue una táctica negociadora con Argelia y que, por tanto, firmado ya el acuerdo, la planificación debe ser revisada.El Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH), anticipándose a esta revisión, ha elaborado, de acuerdo con el Ministerio de Industria, un amplio programa sobre los consumos de gas en la próxima década que, según fuentes informadas, servirá de base en la proxima revisión del PEN. En este programa se prevé un incremento de la participación del gas natural en la energía primaria, que pasará del 3-4% de 1986 a más del 7% en 1992.

De acuerdo a este plan, el mayor consumo de gas natural tendrá una repercusión de 2,8 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep) de otras energías, distribuidas de la siguiente manera: gas nacional, 200.000 tep; fuel/carbón para térmicas, dos millones de tep, y gases licuados del petróleo (GLP), fundamentalmente butano y propano, 120.000 toneladas. Asimismo, la sustitución de naftas en la industria de fertilizantes será de 600.000 toneladas, aunque, de momento, este proyecto está paralizado por diferencias de opinión entre el Instituto Nacional de Industria (INI) y el INH respecto al protagonismo de las inversiones.

Para expertos de la industria del carbón, el menor uso de esta energía supondrá el cierre de 15 ó 16 minas en distintas partes de la geografía española, fundamentalmente en el sector privado. De hecho, el mayor consumo de gas natural en térmicas a lo largo de 1985 se ha hecho a costa del carbón, básicamente en las centrales térmicas de Foix, Besós y Andorra (Teruel). En esta última, según fuentes oficiales, la sustitución ha sido de carbón importado, ya que el nacional, de baja calidad por su componente sulfuroso, se ha enriquecido a base de gas natural.

Otra duda que queda por despejar dentro de la revisión del PEN será la moratoria nuclear incluida en el documento de 1983. El interrogante se centra en el grupo primero de Valdecaballeros, de hecho la única central nuclear en avanzado estado de construcción y que fue realmente paralizada. Tanto el ministro de Industria, Joan Majó, como el secretario general de la Energía, Martín Gallego, han anticipado que esta central no será incluida en la próxima revisión del PEN, si bien algunos expertos anticipan que es posible que se autorice alguna forma indirecta de proseguir las obras, dado el volumen de inversión ya desembolsado.

De hecho, los consumos de energía eléctrica siguen superando las previsiones oficiales, con un incremento de la demanda del 4,7% en 1984 y del orden del 3,4% en 1985, según los datos parciales sobre esta variable disponibles a mediados de diciembre. Para hoy está previsto que el presidente de Unidad Eléctrica (Unesa), Juan Alegre Marcet, anuncie provisionalmente la evolución de este dato durante el pasado año. Todo indica que superará el 3,3% de incremento previsto en el PEN-83.

Archivado En