Tribuna:

El querer y el poder son realmente intercambiables

Todo parece responder a un plan preconcebido, cuya única finalidad sería dejar las cosas tal y como estaban en un principio, algo así como una exhibición de habilidades, naturalmente fuera de concurso. Toda la actividad de este sufrido mes empieza a reducirse a un toma y daca en el que nadie pretende que el vecino resulte perjudicado, aunque para ello haya que renunciar a algún pequeño beneficio. Incluso los valores estrella de los últimos 30 días se resisten a bajar decididamente sus precios, y se mantienen remoloneando en unos niveles que hasta hace tan sólo un par de meses habrían resultado...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Todo parece responder a un plan preconcebido, cuya única finalidad sería dejar las cosas tal y como estaban en un principio, algo así como una exhibición de habilidades, naturalmente fuera de concurso. Toda la actividad de este sufrido mes empieza a reducirse a un toma y daca en el que nadie pretende que el vecino resulte perjudicado, aunque para ello haya que renunciar a algún pequeño beneficio. Incluso los valores estrella de los últimos 30 días se resisten a bajar decididamente sus precios, y se mantienen remoloneando en unos niveles que hasta hace tan sólo un par de meses habrían resultado sorprendentes y, como apoteosis final, todo ello por poco más de un par de duros. Pero la realidad es que cuanto menor es el negocio -y en este mes ha sido realmente menor-, más dura es la pelea por obtener un pequeño beneficio, pese a que esta tendencia al equilibrio haya dado lugar a múltiples conjeturas.La sesión de ayer, ya a punto de concluir las vacaciones, volvió a servir para recordar a los asistentes, hasta ahora enfrascados en pequeñas batallas domésticas, que la trayectoria del mercado bursátil se inserta en una realidad bastante más compleja que se llama política económica, tal vez, por aquéllo de que los instantes finales parecen traer consigo una especie de invitación a la reflexión.

El caso es que había una concertación social en la que los participantes eran el más vivo ejemplo de un diálogo de sordos; estaba también pendiente el tema del precio del dinero, con una incidencia muy importante en la reducción del déficit público, en los beneficios de las instituciones financieras, y en la rentabilidad del llamado dinero negro; también tenía cierta importancia la evolución del índice de precios al consumo, con un último dato favorable; y ya más cerca de casa, había un asunto pendiente -traspasos entre compañías eléctricas- que verá la luz, seguramente, este próximo mes.

Es muy probable que, tras hacer memoria, sean más numerosos los que opinan que, dadas las circunstancias, todo va sobre ruedas y que tan sólo se espera algún indicio positivo para superar los máximos del año pasado, pero también hay quien piensa que los mercados de valores exigen ahora introducir un número mucho mayor de variables a la hora de hacer un análisis correcto. La estadística y la lectura de balances ya no son suficientes, aunque todavía. hay suculentas excepciones.

Por lo demás, todo parece quedar en manos de la capacidad de arranque de las primeras sesiones del mes próximo, y la idea de que puede ser mejor tomar el tren en marcha que coger el que va en dirección contraria, empieza a tomarse en consideración. Ésto es lo que, salvo unos cuantos intentos bastante tímidos, indica el nivel actual de la contratación,que se encuentra en una zona en la que el puedo y el quiero son realmente intercambiables.

En cuanto a los Pagarés del Tesoro, la renovación de casi 9.000 millones de pesetas, con pacto de recompra entre ocho y 15 días, ha devuelto la normalidad a este mercado, muy deprimido en las últimas sesiones.

Archivado En