El proyecto Eureka

Cuando Arquímedes corrió gritando ¡Eureka! por las calles de la antigua Grecia, muchos le tomaron por un loco. Incluso hoy día su descubrimiento sigue constituyendo un paso significativo en la comprensión de las leyes que rigen la física. El presidente francés, Mitterrand, no ha iniciado todavía carrera alguna por las calles de París, pero tiene razones suficientes para regocijarse por el progreso registrado sobre el por él propuesto proyecto Eureka, una aventurada empresa supranacional que puede significar el comienzo de una era dorada para la investigación y la tecnología europeas. Los minis...

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Cuando Arquímedes corrió gritando ¡Eureka! por las calles de la antigua Grecia, muchos le tomaron por un loco. Incluso hoy día su descubrimiento sigue constituyendo un paso significativo en la comprensión de las leyes que rigen la física. El presidente francés, Mitterrand, no ha iniciado todavía carrera alguna por las calles de París, pero tiene razones suficientes para regocijarse por el progreso registrado sobre el por él propuesto proyecto Eureka, una aventurada empresa supranacional que puede significar el comienzo de una era dorada para la investigación y la tecnología europeas. Los ministros de Asuntos Exteriores y de Investigación de 17 países europeos y escandinavos se dieron cita la semana pasada en el Elíseo parisino para el lanzamiento oficial del proyecto. En el discurso con que se iniciaron las sesiones, el presidente francés describió la iniciativa como esencial para asegurar la "independencia tecnológica europea". O como lo resumió un experto del Elíseo durante la conferencia: "la mayonesa está comenzando a cuajar".La primera vez que Mitterrand propuso el proyecto Eureka fue el pasado mes de abril, previamente al encuentro que iba a reunir a las naciones industriales más avanzadas en Bonn. El propósito principal que animaba al proyecto era, en parte, la oposición a la política de defensa estratégica desplegada por la Administración norteamericana. La guerra de las galaxias planeada por el presidente Reagan hizo pensar en Europa que estaba a punto de comenzar una nueva y descontrolada etapa en la carrera armamentista. ( ... )

Para poner en marcha el proyecto, Mitterrand anunció una contribución inicial de su Gobierno de un billón de francos. El ministro alemán para la Investigación adelantó que el Gobierno de Bonn participaría con toda probabilidad con 300 millones de marcos. Otros países anunciaron su futura participación económica. Pero, a medida que el proyecto se va desarrollando, se vislumbra la esperanza de que la propia explotación comercial permita su autofinanciación.

, 28 de julio

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