Militares y judíos, el pelotón de desfavorecidos

I. C. Allyn Conwell visitó el pasado jueves a un grupo de pasajeros separados de los demás y que "temen por sus vidas", según reconoció el portavoz tejano en la sala de tránsito del aeropuerto de la capital libanesa.

Se trata, según diversos indicios coincidentes, de un número indeterminado de rehenes, que por sus características especiales -militares, judíos o pasajeros civiles con orígenes étnicos semíticos- han sido confiados a los milicianos del radical Partido de Dios, autores del secuestro.

Conwell se mostró evasivo a la hora de precisar quiénes eran esos compatriota...

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I. C. Allyn Conwell visitó el pasado jueves a un grupo de pasajeros separados de los demás y que "temen por sus vidas", según reconoció el portavoz tejano en la sala de tránsito del aeropuerto de la capital libanesa.

Se trata, según diversos indicios coincidentes, de un número indeterminado de rehenes, que por sus características especiales -militares, judíos o pasajeros civiles con orígenes étnicos semíticos- han sido confiados a los milicianos del radical Partido de Dios, autores del secuestro.

Conwell se mostró evasivo a la hora de precisar quiénes eran esos compatriotas que creen que sus vidas corren peligro. Pero el portavoz de Amal, Haidar, aseguró que los diversos grupos de rehenes eran "todos igualmente bien tratados". Haidar manifestó que los pasajeros especiales fueron separados del resto "al comienzo del secuestro".

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En ese pelotón desfavorecido deben de figurar Jimmy Palmer, de 48 años, y Simon Grossmayer, enfermo de cáncer de pulmón, de 57 años de edad, que para ser examinados de sus dolencias -perturbaciones cardiacas y cansancio nervioso, respectivamente fueron transportados al hospital americano de Beirut, al tiempo que Nabih Berri, líder de Amal, anunciaba la inminente liberación del segundo paciente.

Pero Berri, que ocupa también el cargo de ministro de Justicia, no logró, aparentemente, convencer a sus actuales aliados de Hezbollah de la gravedad del estado de salud de sus huéspedes forzosos, que se han visto obligados a regresar a la cárcel del pueblo libanés-shií en los populosos suburbios meridionales de Beirut, de donde rescatarles equivaldría, según la expresión de un diplomático, a "encontrar una aguja en un pajar".

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