Los aliados de Estados Unidos evitan ofrecer un apoyo explícito a la 'guerra de las galaxias'

Los aliados europeos mantuvieron ayer, en la reunión de primavera de la OTAN, sus recelos sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) o guerra de las galaxias, que propone Estados Unidos. El comunicado final firmado por los ministros de Asuntos Exteriores se limita a expresar el "apoyo de la Alianza a los esfuerzos de EE UU en los tres dominios de las negociaciones de Ginebra". El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, afirmó, por su parte, que trasladará al presidente Ronald Reagan la opinión de los europeos sobre la necesidad de respetar el tratado SALT II sobre limitación ...

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Los aliados europeos mantuvieron ayer, en la reunión de primavera de la OTAN, sus recelos sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) o guerra de las galaxias, que propone Estados Unidos. El comunicado final firmado por los ministros de Asuntos Exteriores se limita a expresar el "apoyo de la Alianza a los esfuerzos de EE UU en los tres dominios de las negociaciones de Ginebra". El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, afirmó, por su parte, que trasladará al presidente Ronald Reagan la opinión de los europeos sobre la necesidad de respetar el tratado SALT II sobre limitación de armas nucleares estratégicas, pero precisó que la decisión final corresponde plenamente al primer mandatario estadounidense.

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El párrafo relativo a las negociaciones de Ginebra exigió amplias discusiones. Shultz habría deseado que el Consejo Atlántico, integrado por ministros de Asuntos Exteriores, refrendara en cierta forma el comunicado aprobado el pasado mes de marzo por los titulares de Defensa, reunidos en Luxemburgo. En aquella ocasión, los ministros apoyaron la investigación programada por Washington. En Estoril no se ha dado un paso adelante, sino en todo caso uno atrás, si se tiene en cuenta el matiz que supone la palabra esfuerzos. La ambigüedad, mucho mayor, se debe fundamentalmente a la presencia de Francia, que no asistió a la reunión de Luxemburgo, y a la polémica provocada por aquel comunicado en Dinamarca y en Noruega.Los ministros de Asuntos Exteriores de los dos países escandínavos se mostraron mucho más reacios, para evitar la reacción de sus respectivos Parlamentos. España, como viene ya siendo habitual en estas reuniones, se abstuvo de suscribir el comunicado final.

George Shultz se mostró, sin embargo, relajado y nada decepcionado. El secretario de Estado norteamericano esperaba una respuesta parecida, y estima que el apoyo a los esfuerzos en los tres dominios de las negociaciones de Ginebra (armas estratégicas, armas de alcance intermedio y sistemas espaciales de defensa) es "satisfactorio". Shultz afirmó que estaba contento por la profundidad y calidad de los debates mantenidos. "Creo que existe una gran comprensión sobre la importancia y necesidad de que EE UU lleve adelante la investigación, dado que la URSS también avanza por ese carnino", explicó.

Los aliados se han mostrado de acuerdo, según Shultz, en seguir discutiendo profunda y extensamente el tema en el seno de la OTAN, lo que a juicio de Washington es altamente "positivo". Shultz no recordó si se había discutido sobre la palabra esfuerzos, pero señaló que algunos países como Francia, dan gran importancia a la terminología, muchas veces con razón. En relación con las SALT II, el secretario de Estado reconoció que los aliados europeos prefieren que se conserven en la medida de lo posible. "Hemos reflexionado sobre la importancia que tiene el hecho de que la URSS viole acuerdos internacionales que ha firmado y estamos de acuerdo en que los tratados tienen un gran valor en cuanto elementos de estabilidad", añadió.

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Decisión retrasada

George Shultz dijo que el presidente Reagan había retrasado su decisión final porque sabía que se celebraba la reunión en Estoril y quería conocer la opinión de sus amigos europeos. "El análisis de nuestros aliados siempre es tenido en cuenta, pero obviamente el presidente Ronald Reagan no está obligado a tenerlos en cuenta decisivamente. La decisión le corresponde a él", dijo Shultz.

El ministro estadounidense afirmó que, de acuerdo con el deseo de la Alianza, Washington propondrá que el aniversario de la firma del Acta de Helsinki se celebre al nivel de ministros de Asuntos Exteriores. Según él, es muy probable que con ese motivo haya una nueva entrevista con su homólogo soviético, Andrei Groiniko.

George Shultz expresó su preocupación por los "trágicos acontecimientos de Líbano" y reveló que la situación en Oriente Próximo ha sido objeto de amplios cambios de impresiones entre todos los ministros.

En cuanto a las relaciones, entre Washington y el Gobierno griego, el secretario de Estado afirmó que se había entrevistado, en reunión bilateral, con su homólogo de Atenas y que los dos estaban de acuerdo en "esperar una mejora y profundización" de los contactos.

Interrogado sobre si en términos generales se había visto obligado a rebajar sus expectativas sobre la reunión de Estoríl para evitar una polémica, Shultz señaló que los debates habían sido "sinceros y útiles", opinión que respaldaron todos los jefes de delegación. El clima de la reunión fue sorprendentemente muy relajado, pese a las diferencias que siguen existiendo entre Washington y algunas capitales europeas.

El secretario general de la OTAN, el británico lord Carrington, se mostró también satisfecho por la altura de los debates y por el hecho de que todo el mundo esté de acuerdo en seguir reflexionando sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica. El comunicado final asegura, sin embargo, que la Alianza Altántica conserva completamente su estrategia basada en la disuasión nuclear.

La guerra de las galaxias, caso de llevarse a la práctica, es un programa a muy largo plazo, de 10 a 15 años, y los aliados están dispuestos mientras tanto a proseguir su esfuerzo de defensa en los términos actuales.

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