FERIA DE SAN ISIDRO

Torazos cojos en la pasarela

La afición fue convocada ayer en Las Ventas para que presenciara un pase de modelos. Se trataba de un pase de modelos original: torazos y cojos. Lo cierto es que el pase cumplió con creces lo que prometía la convocatoria. Los torazos Cuadri eran torazos; una estampa -impresionante, corpachones cuajados sobre finos cabos, armamento aparatoso. Y los cojos Cuadri eran cojísimos: ninguno se sostenía sobre las cuatro patas, todos claudicaban al humillar y mordían el polvo.También es cierto que se trataba de una cojera súbita, por ello más singular. Salían los torazos Cuadri espantadizos, les sobrec...

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La afición fue convocada ayer en Las Ventas para que presenciara un pase de modelos. Se trataba de un pase de modelos original: torazos y cojos. Lo cierto es que el pase cumplió con creces lo que prometía la convocatoria. Los torazos Cuadri eran torazos; una estampa -impresionante, corpachones cuajados sobre finos cabos, armamento aparatoso. Y los cojos Cuadri eran cojísimos: ninguno se sostenía sobre las cuatro patas, todos claudicaban al humillar y mordían el polvo.También es cierto que se trataba de una cojera súbita, por ello más singular. Salían los torazos Cuadri espantadizos, les sobrecogía una tela que se moviera, pero se encelaban en seguida y la acá baban tomando codiciosos. Tan codiciosos, que a los toreros no les dejaban ni respirar, y les faltaban brazos para echar fuera la embestida incansable y fiera. Hasta ahí, eran torazos, sólo eso. Desde ahí, se volvían también cojos. Milagro

Plaza de las Ventas

2 de junio. Vigésima corrida de feria. Cuatro toros de Celestino Cuadri, de impresionante presencia, inválidos. Dos sobreros de Cortijoliva: tercero, bravo, poderoso y noble; quinto, inválido. Emilio Muñoz: pinchazo y otro hondo bajo (silencio); media estocada caída (silencio). Curro Durán: bajonazo (silencio); pinchazo y media (división cuando saluda). Manolo Caseales: dos pinchazos y estocada corta (protestas); estocada delantera baja (silencio).

Muy a su sabor estaba la afición viendo cojear por la pasarela a los torazos Cuadri y le inspiraba imprecaciones. Por ejemplo, "¡El palco es de Chopera!". Estudiosos de la tauromaquia moderna investigan si, en efecto, el palco (es decir la balconada que distingue el tapiz granate donde se entroniza el presidente), es de Chopera, y si lo es cuándo lo adquirió, cómo lo escrituró y hasta dónde ejerce su domino.

El entronizado de¡ palco, obviamente, no es propiedad de Chopera, ni de nadie, sino libre como un gorrión, y pues lo que le priva es hacer el Don Tancredo, da recitales. Es un virtuoso. Lo mismo le importa que la gente chille "¡Ha habido sobre!", como que los toros rueden por la arena: ni se inmuta. Hay veces en que, inopinadamente, mueve una mano y exhibe el pañuelo verde. Ayer lo debió de exhibir seis veces, o más, y sólo lo hizo dos, pero peor habría sido que no lo exhibiera ninguna. Las dos veces dio lugar a que pisaran el ruedo sobreros de Cortijoliva, y si interrumpieron el fastuoso pase de torazos cojos, en cambio hicieron posible el espectáculo de la lidia.

El Cortijoliva que salió en tercer lugar derribó, tomó las varas con bravura y llegó al último tercio noble. La nobleza irreprochable de su embestida la pudo advertir cualquiera, el torero en primer lugar. El torero era el joven e inexperto Manolo Cascales, que citó con la derecha a la adecuada distancia, dejándose ver, según mandan los cánones, aunque al embarcar no templaba lo que se dice nada. Cuando ya había intentado docenas de veces serenar el pase, sin conseguirlo, probó por la izquierda, y sucedió que el toro iba mejor, mientras su toreo peor, pues la destemplanza del natural planteado fuera de cacho culminaba con violentos enganchon6s. Al público le soliviantaba el desmañado toreo, y en cada tendido habia varias decenas de aficionados que voceaban esta original sentencia: "¡Vaya toro que se va sin torear!".

Al sexto, mole armada Cuadri naturalmente coja, lo muleteó Cascales sin convicción. El reloj daba las nueve y media, que no es hora decente para estar en una plaza de toros. Los espectadores tenían remordimientos de conciencia y se escapaban con disimulo. Dos horas y media de torazos cojos es demasiado para la paciencia de la afición, El día menos pensado la va a perder y a ver quién es el guapo, entonces, que la convoca para otro pase de modelos. Los que ayer se iban, juraban no volver. También lo hizo el corpulento aficionado del tendido 7 que flamea vigorosamente su pañuelón verde, y se marchó con grandes voces y ostentosos gestos de desprecio. Claro que al minuto ya había vuelto.

La demora fue por los toros devueltos al corral. El quinto Cuadri, una hermosura de torazo cojo, no se quería ir, ni a testarazos del cabestro marrajo, y lo apuntillaron desde un burladero. El Cortijoliva que le sustituyó sembró en el ruedo el desconcierto. Volteó de mala manera a Curro Durán en las verónicas, y en banderillas, a El Rabioso. Habría seguido tumbando toreros, pero el picador se encargó de disuadirle barrenándole los lomos. Durán, que advirtió el inminente tránsito del Cortijoliva y la santa resignación con que dejaba este valle de lágrimas y mugidos, le dio unos naturales largos. No pudo dar más, pues el animal. rendía cuerpo y alma cada vez que acudía a la muleta. El anterior toro de Durán había sido Cuadri, por tanto torazo, por tanto cojo, Ytampoco le pudo hacer faena.

A Emilio Muñoz le correspondieron dos Cuadri, obviamente torazos y cojos. Ambos tenían nobleza y el trianero pretendió gozarla dando pases a media altura para evitar las caídas. Ni las evitó, ni gozó, ni el público tuvo fiesta. Sí la tuvo el palco, donde el entronizado, funcionario daba un brillante recital de dontancredismo. Alcanzó su momento cumbre durante la lidia del cuarto. Mientras la afición coreaba "¡El palco está vendido!", el entronizado funcionario recreaba la suerte del Don Tancredo con arte exquisito y sin meter el pico, ni nada. ¡Qué tarde de toros dio!

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