Cartas al director

El referéndum sobre la OTAN

Las recientes declaraciones del presidente del Gobierno, afirmando que un referéndum con elevada cuota abstencionista sería considerado no vinculante, en cuanto a sus efectos, para el Ejecutivo, han sido de lo más desafortunadas.El presidente, que no ve forma o no quiere o no puede sacar a España de la OTAN, recurre a actitudes sospechosas, habituales por parte de los antidemócratas y consistentes en aprovechar en interés particular resortes democráticos que se reniegan (insisto, por parte de antidemócratas) pero que en determinadas ocasiones se pueden utilizar para provecho propio.
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Las recientes declaraciones del presidente del Gobierno, afirmando que un referéndum con elevada cuota abstencionista sería considerado no vinculante, en cuanto a sus efectos, para el Ejecutivo, han sido de lo más desafortunadas.El presidente, que no ve forma o no quiere o no puede sacar a España de la OTAN, recurre a actitudes sospechosas, habituales por parte de los antidemócratas y consistentes en aprovechar en interés particular resortes democráticos que se reniegan (insisto, por parte de antidemócratas) pero que en determinadas ocasiones se pueden utilizar para provecho propio.

Normalmente se convoca un referéndum para obtener un apoyo popular respecto a una medida o actitud gubernamental. Por eso, tanto si el resultado es positivo como si es negativo al Ejecutivo, éste debe considerarse éticamente vinculado a los resultados de la consulta ciudadana. Si se vive en una democracia, y es el demos, el pueblo, el que gobierna (en teoría), su voluntad, aunque sea en forma de mayoría relativa (y más si la mayoría es absoluta), debe ser interpretada como una orden para los gestores políticos. Una orden inapelable, tajante.

Las palabras del señor González descansan ya en una victoria gubernamental gracias a las abstenciones. La victoria abstencionista es matemáticamente sencilla: en toda consulta popular hay un importante porcentaje abstencionista del electorado absoluto (digamos de un 20% a un 30% de electores fallecidos, enfermos, no votantes voluntarios o forzosos, errores de censos, etcétera); esta cifra segura la considera el Gobierno ya como suya; si del restante 80%-70% se suman los votos abstencionistas, en blanco y nulos obtenidos y si a los favorables a la integración aliancista se les pide que en vez de votar afirmativo voten abstención, el total absoluto del porcentaje será mayoritariamente no negativo a la OTAN, con lo cual el Gobierno considerará que no hay una manifiesta mayoría popular contraria a la permanencia en la Alianza militar y dará por ganado el referéndum, y considerará no vinculante el porcentaje relativo de los partidarios anti-OTAN.

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Así, el Gobierno ya ha superado a priori el referéndum. Lo que ya dudo más es si será capaz de superar las consecuencias populares y sociales que se producirán cuando el Gobierno haga pública su victoria en el referéndum.-

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