Cartas al director

Las lenguas españolas

Parece sarcástico que el señor Leguina pretenda ignorar olímpicamente que en el Estado español, o España si lo prefiere, existen algunas lenguas y culturas distintas al castellano, y que, por consiguiente, si es que de verdad se quiere construir un Estado de las autonomías, éste no pretenderá homologarnos educativa y lingüísticamente a través del castellano. ¿O cree acaso el señor Leguina que las situaciones sociolingüísticas de las comunidades autónoma vasca, foral navarra, gallega, catalana, valenciana y balear no son, sobre todo, de la calculada, programada y en muchos lustros...

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Parece sarcástico que el señor Leguina pretenda ignorar olímpicamente que en el Estado español, o España si lo prefiere, existen algunas lenguas y culturas distintas al castellano, y que, por consiguiente, si es que de verdad se quiere construir un Estado de las autonomías, éste no pretenderá homologarnos educativa y lingüísticamente a través del castellano. ¿O cree acaso el señor Leguina que las situaciones sociolingüísticas de las comunidades autónoma vasca, foral navarra, gallega, catalana, valenciana y balear no son, sobre todo, de la calculada, programada y en muchos lustros impuesta -hasta con castigos corporales en numerosos centros educativos- a través de los sucesivos ministerios de Educación o Instrucción Pública, desde Moyano hasta hace bien poco? Que otros ministros, como el de 1902, publicasen reales decretos como el de 21 de noviembre, en el que el artículo 22 establecía que "los maestros o maestras de instrucción primaria que enseñasen a sus discípulos en un idioma o dialecto, que no sea la lengua castellana serán castigados, y si reincidiesen serán separados del magisterio", o como Ibáñez Martín y otros ministros de Franco, que se esmeraron con durísimas medidas para hacer del castellano la "lengua del imperio" y del euskera una lengua prohibida, oprimida y reducida a una situación catacumbaria, le debe importar poco.Ahora, eufernísticamente, el señor Leguina le llarna a eso homologación y, según parece, a que desde Madrid se programe la educacióncon una mentalidad unitarista, centralista y castellanista. Por tanto, si es que quiere un Estado con nacionalidades y regiones, como dice el artículo 2º de la Constitución, o plurilingüe, como proclaman los párrafos 2 y 3 del artículo 3º , es imposible e incoherente, además de antidemocrático.

Además, si lo que pretendiera el señor Leguina fuese una coordinación, para eso existen en la República Federal de Alemania, por ejemplo, las conferencias de ministros de Educación de los laenders, donde se debaten y se resuelven los problemas que una deseable y verdadera homologación dentro de un Estado puedan existir. Es más, Alemania, donde prácticamente no existen problemas de plurilingüismo -excepción de unas comarcas de los laenders de la Baja Sajonia y Schleswig-Holstein, en los que se hablan el frisio y el danés-, para homologar no necesita ni siquiera un ministro de Educación en la capital estatal, Bonn.

Finalmente, causa tristeza que un señor que se llama Leguina tenga tan poca sensibilidad hacia el país de sus orígenes, Euskal Herría, donde los responsables de la Administración central educativa y muchos educadores han pretendido "homologarnos" castellanamente durante casi dos siglos, llegando al caso, como en un pueblo navarro, próximo a la sierra de Andia, a efectuarle el maestro un corte en el frenillo a un niño porque éste hablara en su lengua propia y natural, la vasca. Esto sucedía en 1968, no más, y así se explica que esa homologación educativa la llevara a un retroceso geográfico de más de 3.000 kilómetros cuadrados en Navarra, bastantes cientos en Álava y no desdeñable en Vizcaya. De seguir opinando así, usted debería de homologar también su apellido y llamarse en lo sucesivo algo así como Tejedo.- miembro del Comité Ejecutivo de EE y correspondiente de la Real Academia de la Lengua Vasca.

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