LAS VENTAS

Trabajo para la zurcidora

Estaban los novillos con el talante mustio, a caerse y no embestir; principalmente los dos primeros. Pero cuidado con los novillos que no embisten. Cualquiera de ellos te puede pegar un tabacazo, en cuanto te descuides. A los tres novilleros se los pegaron, les desgarraron los trajes y ahora la que tiene trabajo es la zurzidora.Andrés Caballero, a quien la gente del toro llama Andresín, recibió un formidable pitonazo en la cara y cayó fuera de combate. A Juan Antonio Carretero el novillo le rasgó el pantalón de abajo arriba, y se pudo ver que llevaba calzoncillo reglamentario, de los largos. E...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Estaban los novillos con el talante mustio, a caerse y no embestir; principalmente los dos primeros. Pero cuidado con los novillos que no embisten. Cualquiera de ellos te puede pegar un tabacazo, en cuanto te descuides. A los tres novilleros se los pegaron, les desgarraron los trajes y ahora la que tiene trabajo es la zurzidora.Andrés Caballero, a quien la gente del toro llama Andresín, recibió un formidable pitonazo en la cara y cayó fuera de combate. A Juan Antonio Carretero el novillo le rasgó el pantalón de abajo arriba, y se pudo ver que llevaba calzoncillo reglamentario, de los largos. El porrazo que sufrió José Andrés González fue en los mismísimos, con lo que duele. Tuvo que retirarse a la enfermería, qué menos.

Plaza de Las Ventas

10 de marzo. Novillada inaugural.Novillos de La Ermita, decorosamente presentados, manejables. José Antonio Carretero. Pinchazo y estocada trasera desprendida (silencio). Cinco pinchazos y estocada corta trasera (silencio). Estocada trasera (vuelta con protestas). José Andrés González. Pinchazo y estocada (silencio); lesionado, pasó a la enfermería. Andrés Caballero. Estocada corta caída (vuelta). Pinchazo y bajonazo (aplausos)

El tercero aún se caía más, me dio puyazo lo dejó agonizante, y la presidencia accedió a devolverlo al corral. Salieron los cabestros, y pues se ponen a hacer el mariquita por el ruedo pegando cabriolas, con desdoro para su digno oficio de cabestro, hubo de suplirles el mayoral, que es don Fermín Mondaray Masulén; los programas de mano jamás le omiten el don. Ejercía la suplencia cuando el novillo le hizo hilo, es decir, que lo corrió a pelo y estuvo a punto de cogerle. Pero se cruzó Andresín, que además de hacer el quite asumió la segunda suplencia y se llevó al novillo hasta chiqueros, a cuerpo limpio.

Alguna otra vez hemos dicho que este Andresín es una especie de Luis Francisco Esplá, aunque no le imita en nada. Andresín se afana, bulle, hace de todo; hasta torear. Y torea bien. Es un torero extravertido y con garra, cuya voluntad de agradar prende en el público. Sin embargo no es torero para la galería, porque va a lo suyo, se emplea en la lidia con valentía y voluntad firme de dominio. Defectos se le aprecian un montón a Andresín, igual que a sus compañeros de tema, y es normal que así sea en novilleros. Son defectos subsanables, casi siempre fruto de la precipitación, porque estos toreros con hambre canina de gloria tienen prisa por exhibir sus habilidades y pretenden que el público los catalogue figuras nada más pisar la arena.

Lanceó bien de capa Andresín al sobrero, que era res seria, fuerte y violenta; reunió muy bien en banderillas e hizo una faena de muleta en ascendente progresión, citando de frente y embarcando con enjundia al natural. En uno de ellos el novillo le derribó de un pitonazo en la cara.

Con el agua del botijo le reanimaron y cuando volvía al toro pudo apreciarse que el traje estaba desgarrado pero que no había perdido el color. Y ésta es señal, nada desdeñable, de torero con el corazón bien templado para afrontar estos y otros sinsabores. En el sexto mejoró las verónicas, los pares de banderillas y unos ayudados de castigo que instrumentó con hondura. El frío de la tarde, que ya hacía incómodo al público permanecer en la plaza, más que el desacierto con la espada, le impidió redondear el triunfo.

Los taurinos, con ese peculiar sentido de la promoción del espectáculo que les caracteriza, suelen descalificar las escuelas de tauromaquia argumentando que todos sus alumnos "salen cortados por el mismo patrón". No es verdad. Andresín en nada se parece a José Andrés González, ni éste a José Antonio Carretero, como ninguno de ellos se parece a Joselito, El Fundi y el Bote, ni ninguno de estos entre sí.

El gran acierto de las escuelas es que enseñan a torear, en tanto respetan escrupulosamente el temperamento y el estilo de cada cual. José Andrés González lució ayer temple en su primero, hasta que le llegó el percance de los cataplines. Carretero ejecutó las suertes con una especial preocupación estética en los tres que mató. Posiblemente los citaba demasiado en corto y por esta razón le embestían con media arrancada. Si fue defecto, éste es defecto fácil de corregir.

El festejo inaugural de Las Ventas se planteó en plan festival, con los toreros vestidos de corto, y nadie entendía la razón. Ahora se sabe: la zurzidora cobra menos por remendar la franela de un pantalón clásico que los golpes, sedas y lentejuelas de un complicado traje de luces.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En