Crítica

La Columna Railly

Un espectador de rock consigue en pocas ocasiones salir de una velada musical poseído y satisfecho de tanta magia, de tanta pasión creativa y de tanta humildad percibidas como pudo lograrlo quien asistió al concierto doble de Ketama y The Durruti Column. Sorprende que un trío gitano animoso como Ketama haya actuado, aunque brevemente, en justa combinación con la densidad tenue de las melodías aéreas de Vini Railly y sus tres músicos extraños.Es cierto que el número flamenco de fusión de Ketama apenas permaneció el tiempo preciso para contagiar plenamente el calor real de sus canciones o...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Un espectador de rock consigue en pocas ocasiones salir de una velada musical poseído y satisfecho de tanta magia, de tanta pasión creativa y de tanta humildad percibidas como pudo lograrlo quien asistió al concierto doble de Ketama y The Durruti Column. Sorprende que un trío gitano animoso como Ketama haya actuado, aunque brevemente, en justa combinación con la densidad tenue de las melodías aéreas de Vini Railly y sus tres músicos extraños.Es cierto que el número flamenco de fusión de Ketama apenas permaneció el tiempo preciso para contagiar plenamente el calor real de sus canciones originales (No sé si vivo o sueño o Ketama). Los tres miembros tocan la guitarra española con energía, ayudados de los adornos de bajo eléctrico, percusión, palmas y, triángulo, y de flauta travesera.

Ketama y The Durruti Column

Concierto doble de Ketama (24 minutos) y The Durruti Column (76 minutos).Sala Astoria. Madrid, 1 de marzo.

Vini Railly, de edad secreta, cabeza triangular y cuello espigado que parte de su cuerpo semianímico, ofreció en el comienzo temas tocados con guitarra, asistida únicamente por la batería de un veteranísimo llamado Bruce Mitchel. Sketch for down fue el primero. Nacido del punk más autóctono originado en el círculo anarquista de Malcolm McLaren, Railly declara haber escogido la mejor fórmula de contestación al propio movimiento punk: su música relajada, evocadora y bien instrumentada. "Es el punk más punk", afirma.

Ha grabado su cuarto elepé, Without mersie, que es un mismo tema desarrollado en las dos caras, que cambia en forma y fondo de los anteriores, seccionados en piezas variadas, instrumentales o susurradas más que cantadas. Tin Kellet fumaba y protestaba con su trompeta acompañado de una banda a la que John Metcalfe convertía en orquesta grande con su violín electrificado.

Todos los temas sonaban cortos, pero gratificantes para un público que escuchó muy receptivo y ovacionador. "No quiero firmar autógrafos en los discos, no soy una rock star". Silencioso y modesto, Vini Railly ha creado su propia columna musical, consistente en la repetición y progresión de unos acordes poéticos que le distinguen de cualquier otra música. Gusta de Erik Satie y Eurytonics, y sus composiciones sirven para embellecer como banda sonora una película concreta, pero ahora permiten que cada oyente se imagine sus propias películas.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En