La vía diplomática se abre paso en Oriente Próximo

El acuerdo Arafat-Hussein, telón de fondo de las devaluadas conversaciones que inician hoy Estados Unidos y la URSS

Estados Unidos y la Unión Soviética inician hoy en Viena conversaciones sobre Oriente Próximo, pero las discrepancias sobre su objetivo y su contenido restan trascendencia a las primeras discusiones entre ambas superpotencias sobre una región del mundo para la que ya hace ocho años propusieron en común la idea de una conferencia internacional. El trasfondo diplomático del encuentro de la capital austriaca -el acuerdo concluido la semana pasada entre el rey Hussein de Jordania y el líder palestino, Yasir Arafat- realza, sin embargo, el interés de la reunión, opinan los observadores.

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Estados Unidos y la Unión Soviética inician hoy en Viena conversaciones sobre Oriente Próximo, pero las discrepancias sobre su objetivo y su contenido restan trascendencia a las primeras discusiones entre ambas superpotencias sobre una región del mundo para la que ya hace ocho años propusieron en común la idea de una conferencia internacional. El trasfondo diplomático del encuentro de la capital austriaca -el acuerdo concluido la semana pasada entre el rey Hussein de Jordania y el líder palestino, Yasir Arafat- realza, sin embargo, el interés de la reunión, opinan los observadores.

La "fórmula de acción política común" elaborada por el monarca y el máximo dirigente de la OLP para servir de base a una negociación de paz ha suscitado en Washington una cautelosa aprobación, matizada con algunas objeciones, mientras Moscú manifestaba un discreto interés.Para Richard Murphy, subsecretario de Estado adjunto para Asuntos de Oriente Próximo, que presidirá la delegación norteamericana en Viena, la reunión "consistirá en un mero intercambio de puntos de vista", mientras que sus interlocutores soviéticos, encabezados por VIadimir Poliakov, director general encargado de esa zona del mundo en el Ministerio de Asuntos Exteriores, intentarán revitalizar en el foro austríaco su proyecto de conferencia internacional de paz.

Aunque ha aceptado centrar el diálogo sobre el conflicto árabe-israelí, Washington pretende, según el Departamento de Estado, ampliar las discusiones a otras cuestiones, como la guerra entre Irán e Irak y, sobre todo, Afganistán, temas que Moscú no desea abordar, según dio a entender VIadimir Lomeiko, portavoz de la diplomacia soviética.

Propuestas públicamente por el presidente Ronald Reagan en una conférencia de prensa pronunciada hace cinco meses y aceptadas en octubre por sus homólogos soviéticos, las conversaciones de Viena han obligado a hacer auténticos malabarismos a la diplomacia estadounidense para explicar por qué vetaba a la Unión Soviética para desempeñar algún papel en un eventual proceso de paz, pero al mismo tiempo aceptaba discutir con Moscú sobre el conflicto.

Desde Murphy hasta Robert McFarlane, consejero de Seguridad Nacional de Reagan, pasando por los portavoces del Departamento de Estado y de la Casa Blanca, todos han hecho hincapié en que diálogo no significa negociación, sino una simple exposición recíproca de posiciones para evitar malentendidos.

El secretario de Estado adjunto ha anticipado que "ninguna iniciativa conjunta norteamericano-soviética" saldrá de la reunión, aunque Washington ha indicado a su aliado israelí que podría reconsiderar su rechazo de la sugerencia soviética de conferencia internacional si Moscú aceptase tres condiciones.

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Los requisitos que el Kremlin tendría que cumplir para que la Casa Blanca estudiase su propuesta son, al parecer, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Tel Aviv, la concesión de facilidades a los judíos soviéticos para emigrar a Israel y presionar a Siria, su principal aliado en el mundo árabe, para que flexibilice su postura.

Con el propósito de disminuir el alcance del encuentro, la diplomacia norteamericana ha anunciado de antemano que, cuando finalice, no será publicado ningún comunicado común ni se harán declaraciones a la Prensa, y tampoco se fijarán fechas para la celebración de una nueva ronda de conversaciones.

Consciente de que sus tres condiciones son inadmisibles para los soviéticos, la Administración Reagan sigue de hecho aferrada al establecimiento de una pax americana mediante la apertura de negociaciones directas entre árabes e israelíes en torno al plan de paz propuesto por Reagan en 1982.

Esperanzas a los moderados

Además de poder conocer el estado de ánimo soviético, acudir a Viena servirá a Washington para apaciguar las ansias de los Estados árabes moderados, que esperan que un presidente reelegido -y, por tanto, más libre con vistas al electorado judío- retome la iniciativa diplomática.Inicialmente preocupado por los contactos entre su principal aliado y la otra superpotencia, a la que consideran hostil, el Gobierno israelí ha recibido tantas garantías de EE UU que su ministro de Exteriores, Isaac: Shamir, acabó el domingo por calificar las conversaciones de Viena de "completamente normales".

Aun conociendo los límites fijados por su interlocutor al encuentro de hoy, la URSS se ha mostrado dispuesta a acudir a la antigua capital austrohúngara para, oficialmente, "examinar con un espíritu positivo todo aquello que vaya a ser propuesto si traduce un cambio constructivo de la visión negativa que tiene EE UU de la problemática de Oriente Próximo".

Más allá de la retórica, Moscú intenta ahora a toda costa, con esta reunión, recobrar un protagonismo perdido en una región del mundo que, a diferencia de Centroamérica, no considera como un coto privado de EE UU.

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