MÚSICA CLÁSICA

Conmemoraciones de Bach, Haendel y Schütz

Estamos en plena recta de las conmemoraciones centenarias: Bach, Haendel, Scarlatti, Schütz, Alban Berg y Edgard Varese forman el pelotón de cabeza, pero no deben olvidarse otros aniversarios redondos tan destacados como los de Wellesz, Galuppi, Gay, Dallis o Albicastro. El martes, Víctor Martín y su Orquesta de Cámara Española interpretaron, en una de sus mejores actuaciones, a Haendel en el teatro Real, y el jueves, el Collegium Vocale de Colonia, un conjunto flexible que combina con igual fortuna el Renacimiento y la música contemporánea, ejecutó piezas de Schütz y Bach en la sala Fénix....

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Estamos en plena recta de las conmemoraciones centenarias: Bach, Haendel, Scarlatti, Schütz, Alban Berg y Edgard Varese forman el pelotón de cabeza, pero no deben olvidarse otros aniversarios redondos tan destacados como los de Wellesz, Galuppi, Gay, Dallis o Albicastro. El martes, Víctor Martín y su Orquesta de Cámara Española interpretaron, en una de sus mejores actuaciones, a Haendel en el teatro Real, y el jueves, el Collegium Vocale de Colonia, un conjunto flexible que combina con igual fortuna el Renacimiento y la música contemporánea, ejecutó piezas de Schütz y Bach en la sala Fénix.

Víctor Martín y su Orquesta de Cámara Española desarrollaron en el teatro Real, dentro del ciclo Los martes de la ONE, una de sus mejores actuaciones. Dos concerti grossi de la opus 6 representaban al Haendel más ligado a Italia y así lo entendieron la quincena de excelentes instrumentistas.Un pianista de personalidad atípica, el español Isidro Barrio, que a través de su buena técnica expone sus ideas sobre Liszt o Bcethoven, las confirmó también en el Concierto para clave y orquesta, en fa menor, de Juan Sebastián Bach. Es obra que procede de otra para violín y que ha sido varias veces reconstruida.

El tiempo segundo (largo) había sonado ya como sinfonía con oboe en la Cantata BWV 156, Os doy las gracias al Señor. Aun dentro de la lógica conexión entre solista y orquesta, y sin desatender una cierta medida de severidad estilística, Barrio lució sus perfiles personales, vivos y palpitantes, muy sabedor de que estamos ante lo que Alberto Basso denomina "música de corte y sociedad", ajena por tanto a cualquier sacralización.

El éxito fue tan claro y rotundo como el que acompañó la intervención solista de Víctor Martín y la de los flautistas de pico Antonio Arias y Andreas Prittwitz, tan excelentes instrumentistas como conocedores del estilo.

El Collegium de Colonia

Cantar y Tañer, en colaboración con el Instituto Alemán y la Sociedad Bach, atrajo muchos espectadores a la sala Fénix el jueves para escuchar al Coflegium Vocale de Colonia, que dirige Wolfgang Fromme, un conjunto de seis solistas vocales y cuatro instrumentales flexible, que cultiva con igual fortuna el Renacimiento o la música contemporánea.El programa, confeccionado muy inteligentemente, alineaba un motete de Gabrieli y varios ejemplos madrigalescos de Monteverdi, seguidos de las correspondientes parodias de Heinrich Schütz. Es sabido que el término parodia se utiliza en música para aludir al trabajo de un compositor sobre material prestado, de obras ajenas o de otras de sí mismo, que transfigura en uno u otro sentido y que resulta lejano a las parodias de más grosero talante, sean graciosas o no, como tantas que se hicieron entre nosotros en torno a la ópera.

A tan bello y verídicamente interpretado repertorio, el grupo de Colonia añadió la Sonata a trío en do mayor y el motete Jesu meine freude (Jesús, mi alegría), tercero de los compuestos por Bach sobre texto alemán, que debió ser interpretado el 18 de julio de 1723 en memoria de Johanna Maria Rappold, hija del rector de la Nikolayschule.

Sobre textos alternados de un lied de Johan Frank y cinco versículos de san Pablo (Epístola a los romanos, 8), el motete observa una construcción formal simétrica con una fuga central precedida y seguida de cinco partes.

La simplicidad y perfección de la escritura polifónica, la matización de ciertas intenciones, como en el delicioso número de los Gute nach (Buenas noches), o el rigor del estilo fugado, nos muestran uno de los rincones más atractivos de Juan Sebastián. En él cobra naturalidad el concepto de músico-poeta que Schweitzer aplicó al cantor de santo Tomás.

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