Reportaje:La cultura española en el mundo / 11

La insuficiencia de los intercambios culturales con Portugal no es un tópico

La insuficiencia de los intercambios culturales (y otros) entre España y Portugal no es un tópico, y no es muy dificil enumerar los hechos que comprueban la indigencia de la difusión de la cultura española en Portugal.A nivel institucional el balance es bastante abrumador: el prometido centro cultural español en Lisboa (previsto en las conclusiones de la cumbre peninsular de 1982) será, tal vez, realidad en años próximos, pero quien quiere hoy, en Portugal, enterarse de la cultura española tiene que pasar la frontera: ni una biblioteca, pocas traducciones de autores españoles, una ausen...

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La insuficiencia de los intercambios culturales (y otros) entre España y Portugal no es un tópico, y no es muy dificil enumerar los hechos que comprueban la indigencia de la difusión de la cultura española en Portugal.A nivel institucional el balance es bastante abrumador: el prometido centro cultural español en Lisboa (previsto en las conclusiones de la cumbre peninsular de 1982) será, tal vez, realidad en años próximos, pero quien quiere hoy, en Portugal, enterarse de la cultura española tiene que pasar la frontera: ni una biblioteca, pocas traducciones de autores españoles, una ausencia casi permanente del cine, de la pintura o del teatro del resto de la Península, salvo la honrosa y prometedora (hasta por la acogida recibida) excepción de la muestra de teatro español exhibida en Lisboa en septiembre último.

La enseñanza del idioma castellano es prácticamente restringido al nivel universitario, fuera del Instituto Español de Lisboa, que es un establecimiento del Estado español, aunque más de dos terceras partes del alumnado sean portugueses que siguen los mismos programas que cualquier niño del país vecino.

En la enseñanza superior, el es tudio de la lengua y cultura caste llana, que no tuvo nunca en las universidades clásicas la importancia que sería de esperar tratándose de dos países vecinos, es apenas una opción para los estudiantes de letras latinas, y las cátedras de Lisboa, Coimbra y Oporto vegetan en un ambiente de extrañación que contrasta con la demanda que registran los cursos recién creados y aún no institucionalizados en la universidad nueva de Lisboa, el Instituto Superior Técnico o la recién creada universidad del Miño.

Universidades, ayuntamientos, grupos profesionales y simples particulares están desarrollando, a todos los niveles y en todo el territorio portugués, una serie de iniciativas muchas veces ignoradas en Madrid y Lisboa. La universidad de Salamanca no se limita a una cooperación regular con la de Coimbra: está transformándose cada vez más en metrópoli intelectual del centro y del interior de Portugal y hacia el Sur; la universidad de Granada extiende lazos hacia El Algarve portugués. Al Norte, los hermanos o primos gallegos constituyen un puente sólido y vigoroso sobre la frontera del Miño: los portugueses han aprendido, con las amenazas contra la enseñanza de la cultura y literatura portuguesa en Brasil y la agonía de las mismas en sus ex colonias africanas, a cuidar un poco más las raíces peninsulares y todo lo que puede reforzar la difusión de las culturas ibéricas en el mundo El gallego tiene ahora derecho al reconocimiento oficial.

La reacción que se observa en amplios sectores de los intelectuales y artistas portugueses contra los imperialismos culturales anglosajón y francés, y que los lleva a enaltecer los particularismos, la modernidad y vitalidad del fondo cultural ibérico, no es totalmente desinteresada: Madrid es, para muchos de ellos, la primera salida fuera de los límites demasiado exiguos del mercado portugués, la puerta hacia la consagración internacional.

Elites portuguesas

Las elites portuguesas están hoy mucho más enteradas de la vida cultural española que hace unos años, como lo muestra la difusión de la Prensa española, a pesar de las trabas burocráticas a su circulación.

España tiene actualmente un gran prestigio en Portugal, y, sin herir susceptibilidades, un poco más de atención a las iniciativas espontáneas que surgen un poco por doquier permitiría seguramente un florecimiento sin precedentes en muchos siglos de los intercambios culturales entre los dos países.

Y para que no se piense una vez más que todas las culpas las tienen los departamentos oficiales, cabe aquí una palabra de reparo hacia el tipo de turismo que se practica entre España y Portugal, y que es base y caldo de cultivo para la intensificación de la difusión de la cultura, no en su forma petrificada y muerta, sino en sus expresiones cotidianas.

Cuando Portugal deje de ser, casi exclusivamente para los millones de turistas españoles, un lugar donde se come mariscos y se pasa unos días de playa y sol a precios más aceptables que en el propio país, y cuando el interés cultural es reservado a Italia, Francia o el Reino Unido, es muy probable que la difusión de la cultura española en el país vecino ganará muchos puntos y sin necesidad de subvenciones estatales.

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