Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Entre Schoenberg y Webern

Trío de Park (violín, viola y violonchelo).Obras de Webern, Dusapin, Schoenberg, De Pablo y Guinjoan. Escuela Superior de Canto. Centro para la Difusión de la Música Contemporánea.

21 de noviembre.



Se llenó el salón de la Escuela Superior de Música de un público, preferentemente joven, interesado por la música de nuestro tiempo, admirablemente tocada por el Trío de París. Charles Frey, violín; Michel Michalakatos, viola, y Jean Grout, violonchelo, han logrado uno de los contadísimos tríos de arco que existen en Europa con auténtica calidad.

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Trío de Park (violín, viola y violonchelo).Obras de Webern, Dusapin, Schoenberg, De Pablo y Guinjoan. Escuela Superior de Canto. Centro para la Difusión de la Música Contemporánea.

21 de noviembre.

Se llenó el salón de la Escuela Superior de Música de un público, preferentemente joven, interesado por la música de nuestro tiempo, admirablemente tocada por el Trío de París. Charles Frey, violín; Michel Michalakatos, viola, y Jean Grout, violonchelo, han logrado uno de los contadísimos tríos de arco que existen en Europa con auténtica calidad.

Escuchar la música actual con la perfección, la normalidad y hasta la efusión con que, en los mejores casos, se nos da el repertorio es algo fundamental para tomar posiciones. Ahí está el caso Schoenberg: su música, antes árida y, para muchos incluso feísta, nos seduce hoy no porque obedezca a tal o cual supuesto técnico-estético, sino, lisa y llanamente, por su extraordinaria belleza. Buen ejemplo, el Trío opus 45, muestra humanísima, desprejuiciada y soberanamente expuesta de la última actitud schoenbergiana. Posee esta obra el infinito atractivo frecuente en las obras finales de una vida: los autores parecen pedirles tan sólo el testimonio de lo que han sido a lo largo de su existencia.

Autor ya de una interesante producción (La Riviere, 1979; L'Aven, 1981, para flauta y orquesta; Musique captive o Fist, de 1980 y 1982, respectivamente), Dusapin busca soluciones propias bien lejanas, a juzgar por el Trío (París, 1980) de su maestro Xenakis, en las cuales importa, antes que otra cosa, el desarrollo de una dialéctica cambiante y unitaria.

Con el Trio per archi (noviembre 1983), de Guínjoan, depuración bien planificada del pensamiento instrumental que caracteriza al músico de Riudonis (Tarragona), en el que subyace una sustancialidad dramática, volvimos a escuchar el Trío de Luis de Pablo, estrenado en 1980, un encargo de RNE para la Unión Europea de Radiodifusión, en cuyo ciclo internacional de conciertos fue estrenado.

La versión del Trío de París, de claridad, precisión y belleza superlativas, evidenció cuanto la página de De Pablo contiene y significa: ese constante renovar la herencia recibida a través de aportaciones tan significativas en la ideación sonora como en el juego dialéctico, el análisis de los registros y la determinante flexibilidad y multiplicidad en la concepción del tempo. Al final, una vez bien entendido e interpretado el Trío de Luis de Pablo, estamos también ante algo, muy bello: una música inteligente y sensible que nos comunica con la personalidad del compositor. Éxito absoluto para todos y, esta vez sí, acierto en la importación del conjunto parisiense.

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