Novillos enteros y verdaderos en Las Ventas

JOAQUÍN VIDALAsí de enteros y verdaderos, como ayer, quiere la afición que sean los novillos, con su casta también, y lo pasó de primera en Las Ventas. Los novilleros quizá lo pasaron de segunda, pero deben entender que la profesión torera es un accidentado camino donde sólo pueden llegar a la meta los más valientes, los más tenaces, los más preparados. O sea, como en la Olimpiada. Hubo interesante lidia -a veces mala lidia-, que la afición dirigía desde el tendido con sabios tecnicismos, enutidos a grandes voces. La afición es el Cossío parlante, y si no lo emite, se traumatiza. Tenía ...

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JOAQUÍN VIDALAsí de enteros y verdaderos, como ayer, quiere la afición que sean los novillos, con su casta también, y lo pasó de primera en Las Ventas. Los novilleros quizá lo pasaron de segunda, pero deben entender que la profesión torera es un accidentado camino donde sólo pueden llegar a la meta los más valientes, los más tenaces, los más preparados. O sea, como en la Olimpiada. Hubo interesante lidia -a veces mala lidia-, que la afición dirigía desde el tendido con sabios tecnicismos, enutidos a grandes voces. La afición es el Cossío parlante, y si no lo emite, se traumatiza. Tenía a los turistas asombrados de tanta ciencia y los hacía consultar diccionanos, inútilmente. "Dale tablas", "tómale en corto", "quita el pico", "baja la mano", no venían.

Plaza de Las Ventas

23 de septiembre.Cuatro novillos de Los Majadales, tercero de Puerto de San Lorenzo y sexto de Alicio Tabernero, con trapío y casta. Manuel de Paz, vuelta protestada y protestas. El Boni, vuelta protestada y aplausos. Torres Palacios, aviso y silencio, y palmas.

A los consejos,de la afición se unían entre barreras los de Manolo Amador, "el gitano de los ojos verdes", diestro albacetense retirado, cuyo sobrino es Manuel de Paz, que encabezaba la terna. Manuel de Paz, un torero con personalidad, dio los mejores pases cuando estaba lejos de su tío, y embarcaba con arte al manso querencioso que salió en primer lugar. En el cuarto, bronco y descompuesto por la mala lidia, cumplió estrictamente la norma de los diestros de su raza, para tales broncas: sálvese quien pueda.

Otro toreo de dinastía, El Boni, instrumentó buen toreo de capa y de muleta, y estuvo siempre por encima de las dificultades inherentes al genio de sus novillos. Si se le colaban, rectificaba lo que hubiera que rectificar, y recomponía la suerte tan enterizo y relajado, lo que subraya su casta de torero íntegro. Entre los pases que dio, un ayudado rodilla en tierra al quinto, otros a dos manos, tuvieron la enjundia del toreo de escuela bien aprendido. La cátedra docta le espera en más propicia ocasión.

Menos puesto pareció el peruano Torres Palacios, si bien bajaba la mano en los redondos -única modalidad de muleta que ensayó, por cierto- y es ágil para sortear las embestidas malas, o las buenas que hacía malas por sus propios errores, seguramente fruto de la inexperiencia.

Fue un interesante festejo en el que los novillos lucieron bella estampa. Hubo dos hermosos berrendos y un soberbio cárdeno nevado lucero bragao, reunido, enmorrillado, breve de pezuña y guapo de cara. Si vaca, uno no respondía. Y además no se cayó ninguno, lo cual es suceso inesperado, del que se debe dejar constancia en el libro reclamaciones.

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