El teatro, por la cara

"Pensamos que el teatro no es necesario mientras no se demuestre lo contrario. Nuestro empeño es demostrar que es necesario. En la medida que es necesario para nosotros, hacerlo necesario para los demás, pero sin una idea del deber culturalista".Producciones Marginales no tiene manifiesto ni lo pretende. Cualquiera de los que se acercaron el invierno pasado a los ensayos de Rosaura en los bajos del mercado del pescado del Campillo del Mundo Nuevo , en el Rastro, pudo comprobar la voluntad inquebrantable de unos actores drogados por su vocación teatral y la lúcida ironía que nombra...

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"Pensamos que el teatro no es necesario mientras no se demuestre lo contrario. Nuestro empeño es demostrar que es necesario. En la medida que es necesario para nosotros, hacerlo necesario para los demás, pero sin una idea del deber culturalista".Producciones Marginales no tiene manifiesto ni lo pretende. Cualquiera de los que se acercaron el invierno pasado a los ensayos de Rosaura en los bajos del mercado del pescado del Campillo del Mundo Nuevo , en el Rastro, pudo comprobar la voluntad inquebrantable de unos actores drogados por su vocación teatral y la lúcida ironía que nombra marginales a las producciones de un grupo no por un afán underground, sino por armarse desde los dientes y los codos de un abrigo privado.

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Privados del pecunio oficial, que rechazan como contraproducente, y de lo más indispensable para proveerse del instrumento de cambio que permite vivir.

Producciones Marginales es una empresa privada que produce espectáculos teatrales. Mientras que en Cataluña "los grupos salvaron el momento crítico de la transición, al encontrar un país sensible a la calidad de gentes como Joglars o Comediants, que de alguna forma recalcaban la idiosincrasia de un pueblo, en Madrid no sucedió otro tanto, porque el complejo de culpa del centralista lo indispone para el mero pretexto de existir". "Las mayores víctimas del centralismo hemos sido nosotros", sentencia PM. "Lo que tiene Madrid es que es una ciudad que no nos la creemos nadie, que es un disparate sin urra identidad a reivindicar. Es una autonomía de mentira, que es la gracia que tiene. Su realidad cultural o no existe o nadie ha dado con ella; dé compleja, nadie sabe lo que es".

"Hacemos el teatro que hacemos y nadie, quizá un sociólogo, ve un nuevo teatro madrileño. La realidad madrileña la desconocemos y políticamentre no significamos ningún exponente de la cosa madrileña, porque no tenemos ningún interés en serlo, nos parece de un provincianismo absurdo. Si los catalanes tienen su modelo exportable, lo que define a nuestro grupo es el hacer teatro por la para. Creamos sin presupuestos paralizantes. Si tenemos una línea, no la conocemos, y si la hay sería el perfil de la contradicción que está latiendo en nuestro trabajo: un teatro privado, que depende de los circuitos estatales; nuestra dependencia del teatro de Madrid, y nuestro negarnos a nosotros mismos; estamos por el experimentalismo, pero nos dan risa las últimas versiones".

No es más que el vademécum de Producciones Marginales. Su antídoto no podía ser otro que una pura frase de teatro: "Nos pillamos los dedos siempre".

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