LA VIDA COTIDIANA DE LAS ESTRELLAS DE LA DANZA

El potro que se convirtió en 'bailaora'

La bailaora Manuela Vargas, sevillana, de 43 años, es Medea, el mito clásico creado por Eurípides. De familia pobre y de raza gitana, Manuela Vargas es el clásico ejemplo de artista vocacional que empieza desde muy abajo y que ha conseguido ya que su arte sea reconocido en todas partes."Empecé a bailar desde que tenía cinco años. A los 11, en Sevilla, ya bailaba en fiestas. Pero hasta los 16 no fui a una academia. La primera se llama el Guajiro".

"Empecé a bailar sin pasar por las academias, porque entonces no teníamos dinero, como les pasa a la mayoría de los que empi...

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La bailaora Manuela Vargas, sevillana, de 43 años, es Medea, el mito clásico creado por Eurípides. De familia pobre y de raza gitana, Manuela Vargas es el clásico ejemplo de artista vocacional que empieza desde muy abajo y que ha conseguido ya que su arte sea reconocido en todas partes."Empecé a bailar desde que tenía cinco años. A los 11, en Sevilla, ya bailaba en fiestas. Pero hasta los 16 no fui a una academia. La primera se llama el Guajiro".

"Empecé a bailar sin pasar por las academias, porque entonces no teníamos dinero, como les pasa a la mayoría de los que empiezan. Cuando tenía 12 años, llegó a Sevilla Roberto Nobles, de El Clarín, de Buenos Aires, al que le iban a hacer un homenaje. Yo estaba allí entre el grupo extraordinario con el que empecé: El Farruco, Cristina Hoyos, Fosforito, Lebrijano, Chocolate. Yo era una chiquilla de ésas que salen en Sevilla espontáneas, que se puede decir que nací bailando, como si fuera un potro. Yo tenía 12 años. Este señor pasó una vez por el tablao. Le dio 10.000 o 12.000 pesetas, y a partir de ahí, con 12 años, pude ir a la academia de Enrique el Cojo, mi único maestro. Ahora, en el ballet, sí tengo maestros; pero antes, nunca".

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"En 1963 pude ya crear mi propia compañía. Ese año, José Monleón me hizo un espectáculo, que representamos en el teatro de las Naciones, de París. Ahí eran 10 estrellas, entre las que yo estaba. A raíz de este espectáculo, tuve un triunfo muy grande. Me dieron un premio, que se podía dar a cualquiera porque éramos todos muy buenos artistas, pero lo recibí yo. Luego, Londres, París, Italia, Nueva York... Ya no paré".

"¿Renuncias? Muchas, muchísimas. Cuando fui a Nueva York, la Williams Morris me contrató durante 11 años. Yo quería casarme y tener hijos, como toda mujer. Me casé en el setenta y dejé de bailar. Estuve retirada seis años. Tuve dos gemelas, pero me di cuenta de que tampoco las niñas me llenaban del todo. Me separé de mi marido y me dediqué a recorrer mucho mundo, aunque aquí haya trascendido poco, porque parece que sólo soy la mujer elegante... ¿El peor momento? Cuando empecé, que era una niña larga y feúcha y se reían de mí. Eso no se olvida por la edad en la que ocurre".

"Lo que quiero ahora es crear un auténtico ballet andaluz. Que sea puramente flamenco y salvaje. No me moriré sin ver un espectáculo redondo sobre el arte natural de Andalucía".

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