Crítica:'POP'

Entre 'gentleman' y 'Mr. Magoo'

El cantante británico Elton John actuó anoche con su banda de antaño ante más de 5.000 personas, el aforo completo del Pabellón de Deportes del Real Madrid. El público había agotado las entradas en la tarde del miércoles pasado. Elton John, que en sus últimos discos había perdido la fuerza de contagio de sus primeros años, revivió su espíritu rockero con los temas más destacados de su carrera y varios de sus éxitos actuales.El personaje británico de la noche, fiel a la costumbre anglosajona, apareció a las diez menos cuarto de la noche, es decir, al cuarto de hora de terminar su actuación el g...

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El cantante británico Elton John actuó anoche con su banda de antaño ante más de 5.000 personas, el aforo completo del Pabellón de Deportes del Real Madrid. El público había agotado las entradas en la tarde del miércoles pasado. Elton John, que en sus últimos discos había perdido la fuerza de contagio de sus primeros años, revivió su espíritu rockero con los temas más destacados de su carrera y varios de sus éxitos actuales.El personaje británico de la noche, fiel a la costumbre anglosajona, apareció a las diez menos cuarto de la noche, es decir, al cuarto de hora de terminar su actuación el grupo telonero catalán Primera Línea. Vestido de frac azul celeste y con su calva escondida bajo un canotier. Sus manos comenzaron las notas Tiny dancer, el tema que abría su obra maestra Madman across the water. Su banda era la misma que grabó sus temas más celebrados. Y parecía la misma. Melenudos, incansables, cantarines, potentes, el bajo Dee Murray, el guitarra Davey Johnstone y el batería Nigel Ollson, además de la colaboración a la guitarra y a los sintetizadores de Fred Madel, soportaron la carga necesaria para un superespectáculo.

Concierto de Elton John y banda (120 minutos) Pabellón de Deportes de Real Madrid

Madrid, 8 de junio de 1984.

La escucha de Rocked man me hizo olvidar que vivimos en 1984. Fue espléndidamente prolongada con un final fuerte y animoso que aprovechaba las buenas bases rythm and blues del tema. Daniel fue la siguiente canción y comienzo tan entrañable, tan válido, era peligroso -pensé- para una continuación de concierto fundamentada en varios temas de éxito actuales, composiciones repetidas e inferiores a aquéllos del principio y por ello a los del inicio de la actuación. Daniel también se versionó con giros bluseros. Don't let this song go down on me y el nuevo sencillo Sad songs (say so much) parecían darme la razón. Eran baladas o piezas rock de corte clásico y calcado, además, a los temas rock del primer Elton John. Se levantó, cantó, de pié e incitó a corear Penny. El público se agitó más. Después sus músicos le dejaron solo para que vacilara al personal con florituras y algunas gracias sobre las teclas del gran piano blanco de cola. El personal también se agitó Continuó con más y más teclados de rock and roll en solitario coreados por las palmas de la audiencia y por los rayos de luz, los encendidos y apagados de bombillas de colores, hasta dejar de tocar mientras el piano continuaba en sonido play back.

Después de su última gran balada Sorry seems to be the hardestword y de su reciente éxito I guess why they call it the blues, la banda al completo ofreció momentos lúcidos -y nunca mejor dicho-, porque al ánimo colaboraron los potentes focos de luz blanca. La iluminación estaba bien programada. Y tras la escucha de Too low for zero, la composición más acertada -quizá la única- del Elton John de los 80, y de su penúltimo sencillo I'm still standing, me convencí de que los últimos discos de este músico napoleánico son mero trámite; sirven, si acaso, de base sencilla para lo que sabe hacer: el directo, los conciertos. Lo que prueba que el rock and roll, si bien ha perdido cierta vigencia respecto al mundo discográfico, renace en vivo.

Elton John se marchó a las once y veinticinco de la noche para retornar sin premura a su rock espectacular, rock por todo lo grande, rock para todos, sumergido en el recuerdo de su espíritu rockero de otrora. El primer bis con dos temas provocó la petición desesperada del segundo. Crocodrile rock acabó el espectáculo y yo volví a imaginar a este caballero inglés abandonar el pabellón y al dirigirse a su avioneta particular para acudir al próximo destino, Barcelona, equivocarse y meterse, como quien no se entera, en cualquier cabina telefónica del aeropuerto. Como Mister Magoo.

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