Duarte quiere un diálogo con la guerrilla salvadoreña para acabar con la guerra, no para repartir el poder

"No me voy a prestar a ser un instrumento de quienes no quieren la paz, pero estoy dispuesto a buscarla", dijo el presidente salvadoreño José Napoleón Duarte, en su primera conferencia de prensa. Una vez más reiteró su decisión de que el diálogo con la guerrilla no puede servir para repartirse el poder, sino para acabar, en un marco democrático, con una guerra "política, ideológica, económica y militar".

Duarte aseguró que algunos comandantes de la guerrilla no quieren el diálogo y sugirió que uno de ellos es Joaquín Villalobos, máximo dirigente del ERP (Ejército Revolucionario del Pueb...

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"No me voy a prestar a ser un instrumento de quienes no quieren la paz, pero estoy dispuesto a buscarla", dijo el presidente salvadoreño José Napoleón Duarte, en su primera conferencia de prensa. Una vez más reiteró su decisión de que el diálogo con la guerrilla no puede servir para repartirse el poder, sino para acabar, en un marco democrático, con una guerra "política, ideológica, económica y militar".

Duarte aseguró que algunos comandantes de la guerrilla no quieren el diálogo y sugirió que uno de ellos es Joaquín Villalobos, máximo dirigente del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), una de las organizaciones hegemónicas de la oposición armada, que tiene su centro de operaciones en los departarnentos orientales de Morazán, San Miguel y Usulután.Desafió a los dirigentes políticos de la izquierda y específicamente al presidente del FDR (Frente Democrático Revolucionario), Guillermo Ungo, a que demuestren el sometimiento del poder militar al civil destituyendo al comandante Villalobos.

Portavoces del FDR han manifestado en México que Duarte "no tiene ninguna posibilidad de ejercer su autoridad como comandante en jefe del Ejército" Las mismas fuentes aseguraron que mientras formó parte de la junta cívico-militar, por espacio de 25 meses, 15 de ellos como presidente, no sólo no denunció las acciones represivas del Ejército, que en ese período causaron la muerte de más de 20.000 civiles, sino que las justificó.

En esta vuelta a la presidencia por medio de las urnas, Duarte ha prometido que buscará una paz estable que no sea un simple instrumento táctico para ganar simpatías populares, dando a entender que ésta sería la actitud de la oposición armada, que según él plantea este mecanismo para adueñarse de una cuota de poder y desde ella desmantelar al Estado.

Apoyar al Ejército

Al igual que en su discurso de investidura, Duarte invitó al pueblo a que apoye con firmeza a sus fuerzas armadas. En ningún momento de su conferencía Duarte dio plazos sobre una eventual apertura de conversaciones con la izquierda.En torno al llamamiento hecho el domingo por el arzobispio de San Salvador, Arturo Rivera, para que el nuevo Gobierno levante el estado de sitio que se ha prolongado durante cuatro años, dijo que es una decisión que corresponde a la asamblea legislativa. Añadió que pedirá a su equipo de gobierno un informe sobre el tema, pero rehusó expresar una opinión personal.

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El arzobispo había dicho que constituiría una señal de buena voluntad el levantamiento del estado de sitio y los decretos excepcionales en materia laboral y judicial, que a su juicio han dejado al pueblo indefenso frente a "los desmanes del poder político".

Duarte se limitó a señalar en esta materia que se pondrá en contacto con sus ministros para abordarla, aunque no se comprometió a dar ningún plazo. Afirmó que las investigaciones en torno a los escuadrones de la muerte ya se han iniciado, con participación del grupo policial entrenado especialmente en Estados Unidos por el FBI.

Sus primeros trabajos se centrarán en torno al asesinato del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, el 23 de marzo de 1980, a las pocas semanas de que el propio Duarte se integrase en la Junta de Gobierno cívico-militar.

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