Crítica:FLAMENCO

La revelación de una 'bailaora'

Más que un fastuoso café de cante, un verdadero templo de lo jondo. Pocas veces he presenciado una más respetuosa atención, un mayor silencio que en estas sesiones de arte flamenco. Como además los artistas están respondiendo con una entrega y una dignidad realmente impresionantes, el resultado es gratificante.El programa de baile que protagonizaron Lucía, Albarrán y su familia (la madre, Maruja Heredia, también como bailaora; el padre, Ramón de Cádiz, como cantaor, y la hermana, María, como tocaora para el cante y el baile y en concierto, e incluso haciendo algunos cantec...

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Más que un fastuoso café de cante, un verdadero templo de lo jondo. Pocas veces he presenciado una más respetuosa atención, un mayor silencio que en estas sesiones de arte flamenco. Como además los artistas están respondiendo con una entrega y una dignidad realmente impresionantes, el resultado es gratificante.El programa de baile que protagonizaron Lucía, Albarrán y su familia (la madre, Maruja Heredia, también como bailaora; el padre, Ramón de Cádiz, como cantaor, y la hermana, María, como tocaora para el cante y el baile y en concierto, e incluso haciendo algunos cantecitos) convocó una concurrencia más cosmopolita de lo habitual y tuvo caracteres de apoteosis.

Esta chiquilla de 19 años, menuda, que cuando sale a bailar con pantalones nos recuerda a una Carmen Amaya juvenil rediviva -y nos la recuerda no sólo por el físico-, tiene esa fuerza" ese nervio arrebatador de las grandes bailaoras gitanas; su juego de pies es fascinante, hace lo que quiere y lo hace bien, con ritmo, con precisión, con imaginación. Atención a esta bailaora.

Noches flamencas

Cante: Carmen Linares, Manuel Palacín, Gabriel Moreno. Toque: Pepe Carmona 'Habichuela', Juan Carmona hijo, José María Pardo. Baile: Lucía Albarrán, Maruja Heredia, con María Albarrán a la guitarra y Ramón de Cádiz al cante. Círculo de Bellas Artes. Madrid, 18, 19 y 20 de mayo.

Reapareció Carmen Linares tras la pausa obligada de su maternidad, y lo hizo con brillantez. Quizá le costó más pelea su cante, ella que siempre lo hace en trance de dolor, pero nos transmitió su emoción. La acompañaron excelentemente Pepe Habichuela y su sobrino Juan Carmona, quienes en la primera parte habían dado un concierto de rica expresión flamenca.

El programa de Palacín y Moreno fue el del contraste entre la fuerza y la musicalidad. Manuel Palacín tiene un torrente de voz que utiliza con generosidad y un magnífico sentido del compás; como buen jerezano, aunque no sea gitano, es un excelente cantaor de bulerías, y las soleares trianeras del Zurraque y las de Charamusco que nos devolviera Mairena poco antes de morir las ha asumido a la perfección.

Gabriel Moreno, con esa voz tan musical, una de las más gratas en el cante actual, y una inmensa sabiduría flamenca, cantaor muy largo, tuvo un triunfo formidable.

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