Crítica:CANCIÓN

El desafío victorioso de Luis Eduardo Aute

En la canción, como en el arte en general, hay dos formas de conseguir el éxito: haciendo aquello que el público está esperando oír, asimilándose a su gusto y exigencias, o hacer lo que el artista quiere atrayendo al público a su universo expresivo. Puede parecer lo mismo, pero en realidad son dos formas muy diferentes de entender la creación. Es la diferencia entre el buscar y el encontrar picassiano. Es lo que separa a los artistas que son tan sólo lo que da de sí su arte y aquellos otros que tienen una personalidad más rica que lo muestra Luis Eduardo Aute es de los segundos, ...

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En la canción, como en el arte en general, hay dos formas de conseguir el éxito: haciendo aquello que el público está esperando oír, asimilándose a su gusto y exigencias, o hacer lo que el artista quiere atrayendo al público a su universo expresivo. Puede parecer lo mismo, pero en realidad son dos formas muy diferentes de entender la creación. Es la diferencia entre el buscar y el encontrar picassiano. Es lo que separa a los artistas que son tan sólo lo que da de sí su arte y aquellos otros que tienen una personalidad más rica que lo muestra Luis Eduardo Aute es de los segundos, por eso su triunfo incuestionable y multitudinario del Palacio de los Deportes madrileño es doblemente significativo. Como triunfo personal y como triunfo emblemático, genérico, de una forma de entender la canción como arte, sin concesiones.Aute se enfrentaba en este recital con un desafío difícil. Confirmar el éxito de su álbum anterior Entre amigos, y demostrar además que dicho éxito podía conseguirse sin rebajar un ápice su calidad artística en la búsqueda fácil de públicos cómodos. El palacio puesto en pie cantando Al alba, los cinco bises que se vio obligado a hacer y sobre todo, las tres horas de recital medido, inspirado y comunicativo dieron una rotunda victoria al cantante y autor en este desafío.

Luis Eduardo Aute, con Suburbano y Olga Román

Fiestas de San Isidro. Palacio de los Deportes, 19 de mayo. Diez de la noche.

Desde el principio, el camino elegido quedó claro: la comunicación por directo, la ruptura de jerarquías y convencionalismos. Siendo un concierto cuidadosamente preparado, desde la escenografía y las luces hasta el ritmo y secuencia de las canciones, la sensación de total comunicación y naturalidad estuvo siempre presente. Los temas antiguos y modernos se sucedieron con fluidez, pasando de las canciones fuertes, con todo el grupo, a las más intimistas, algunas acompañadas tan sólo por una o dos guitarras; gracias, entre otras cosas, a los arreglos sobrios, inteligentes y matizados del grupo Suburbano, que se ha convertido en un todo con las necesidades expresivas del cantante. En todo ello está el secreto de la comunicatividad de unas canciones complejas y elaboradas, absolutamente maduras y adultas, capaces, no obstante, de llegar con fuerza a un público que en algunos casos estaba en plena infancia cuando fueron escritas.

Párrafo aparte, aunque sea como breve cita, merece la intervención de Olga Román y Suburbano, que, además de acompañar a Luis Eduardo Aute, cantaron algunos temas independientemente.

Olga es una de las mejores voces femeninas que hay en España, como ya demostró durante la buena última etapa de Nuestro Pequeño Mundo. Suburbano ha elegido el difícil camino de un acentuado cambio de imagen, sonido y música con respecto a su estilo anterior.

Ambos demostraron su clase, aunque tres canciones sean pocas para dar de sí todo lo necesario y para potenciar un juicio por breve que sea.

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