Crítica:

Swet Ian Dury

Una vez más, Ian Dury estuvo en nuestro país. Con una promoción deficiente, con unas entradas realmente caras -la última vez que, vino fue a la fiesta del PCE-, cayó del cielo en medio de unas fiestas de San Isidro en las que se ha prescindido del rock internacional por no se sabe qué extrañas razones. No vino en compañía de los Blockheads, los geniales Zoquetes, que crearon su sonido. Tan sólo uno de ellos, el pianista Mick Gallagher, y los demás, dos guitarras, bajo, batería, percusionista, un saxo, un trompeta y un cantante, grandes músicos que hacían derivar hacia el ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Una vez más, Ian Dury estuvo en nuestro país. Con una promoción deficiente, con unas entradas realmente caras -la última vez que, vino fue a la fiesta del PCE-, cayó del cielo en medio de unas fiestas de San Isidro en las que se ha prescindido del rock internacional por no se sabe qué extrañas razones. No vino en compañía de los Blockheads, los geniales Zoquetes, que crearon su sonido. Tan sólo uno de ellos, el pianista Mick Gallagher, y los demás, dos guitarras, bajo, batería, percusionista, un saxo, un trompeta y un cantante, grandes músicos que hacían derivar hacia el jazz rock todo el repertorio de Dury. Éste salió a escena media hora despues de lo previsto, con el consiguiente estado de impaciencia por parte del público que abarrotaba la sala.Más elegante que de costumbre, Dury se hizo con el tema a base del increíble ritmo impreso por un grupo en el que sus miembros tocan todos los instrumentos de forma percutiva. Wake up! y todo el mundo pasa a experimentar el funky en su organismo. Después, el resto del repertorio, concebido para bailar: Hit me with your rythm stick, Spasticus Autisticus, Friends y, cómo no, Sex, drugs and Rock'n Roll, que sirvió para cerrar el concierto, una hora y media con los bises.

Concierto pop

Ian Doy & The Music Students. Sala Morasol. Madrid, miércoles, 16 de mayo.

Hay que decir que la cosa sonó fría con respecto a lo que los Blockheads solían ofrecer, pero ganó en técnica musical, y tal vez sea esto lo que Dury esté buscando en esta etapa de madurez musical que está atravesando en la actualidad. Pero queda ya lejos el sentimiento rockero que acompañó a sus principios, y del que sólo hubo un ligero destello en esta actuación. Pero que fue, eso sí, el mejor momento del show: Sweet Gene Vincent.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En