La música de Tomás Marco en el Festival Gulbenkian de Lisboa

ENVIADO ESPECIALEspacio sagrado, para piano, coro y orquesta, de Tomás Marco, ha obtenido un gran éxito en su creación mundial, dentro del Festival de Música Contemporánea de la Fundación Gulbenkian, que se celebra en Lisboa desde el día 3 de mayo. Junto a la partitura de Marco, otra obra grande e importante, del portugués Jorge Peixinho -el Concierto de otoño, para oboe y orquesta- fue recibida con análogas muestras de entusiasmo.

La octava edición del Festival Gulbenkian constituye una interesante panorámica del momento actual europeo, con especial incidencia en las escu...

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ENVIADO ESPECIALEspacio sagrado, para piano, coro y orquesta, de Tomás Marco, ha obtenido un gran éxito en su creación mundial, dentro del Festival de Música Contemporánea de la Fundación Gulbenkian, que se celebra en Lisboa desde el día 3 de mayo. Junto a la partitura de Marco, otra obra grande e importante, del portugués Jorge Peixinho -el Concierto de otoño, para oboe y orquesta- fue recibida con análogas muestras de entusiasmo.

La octava edición del Festival Gulbenkian constituye una interesante panorámica del momento actual europeo, con especial incidencia en las escuelas portuguesa y española, y selección de obras que constituyen el comienzo de la definición de lo que, en torno a los años cincuenta, se denominó vanguardia y hoy discurre con libertad y sin sujeciones estilísticas por diversos caminos. Así, el estupendo pianista Claude Helffer interpretó las Sonatas primera (1945) y tercera (1957- 1961) de Pierre Boulez, en las que el compositor francés describe un gran arco evolutivo a partir de una personal y apurada concepción sonora, estructural e instrumental.

Junto a las dos sonatas boulezianas escuchamos la grande, interesante y prometedora Sonata de Jean Barraqué, nacido tres años después que su compatriota, esto es, en 1928, pero muerto tempranamente, en 1973, cuando su talento y su amplia onda creativa no habían podido desarrollarse con plenitud. Sin embargo, esta Sonata se suma, por propio derecho, a la serie de Sonatas misteriosas que todo el mundo alaba y muy pocos tocan (pienso en Dukas, en Koechlin) y cuya importancia y belleza desmesurada, como la misma forma, atraerán siempre a los espíritus inconformistas.

Lo ritual

La última obra de Tomás Mar co me parece uno de sus más grandes aciertos. Tiene cierta relación como idea, con el Concierto coral, para violín y coro, y en algunos aspectos puramente sonoros, con la Sinfonía. Delimitado el espacio, de una mística inconcreta que no s afilia a principio religioso concreto, pero que acepta el caráctertual de las ceremonias sacras, comarcada concepción orientalilta así, el sentido de lo estático, la variabilidad constante de pequeños elementos cuyo conjunto, mágicamente coloreado, no marcha: se transforma sobre sí mismo como una piedra preciosa que, en el refinamiento de su estado natural, nos da innumerables. reflejos y sensaciones formales.La colaboración del coro -sin fexto- llega a constituir un todo con la orquesta, en tanto el solista, en una parte aparentemente sencilla y muy complicada por las combinaciones métricas irregulares, o bien añade matices tímbricos zigzagueantes a cuanto suena en el espacio, o asume un protagonismo con cadencias tan curiosas como la que explota, más o menos, los procedimientos repetitivos.

Personal mundo sonoro

La comunicación entre ese extraño y personal mundo sonoro y el oyente se establece de inmediato; más si la versión es de una calidad como la lograda por la Orquesta y Coro Gulbenkian, dirigidos por Luka Piaff, maestro de una eficacia y poder afectivo extraordinarios. La colaboración solista del pianista uruguayo Humberto Quagliata estuvo plenamente identificada con la nueva obra de Marco.Otro solista uruguayo, el oboísta León Biriotte, protagonizó el Concierto de Outono, de Jorge Peixinho. Bien conocido como uno de los cabeza de fila de la música portuguesa actual, Peixinho pertenece a la misma generación que Marco (nació en 1940, en Montijo), esto es, la que ha sabido seguir aventuras creativas de varia significación, presididas por el concepto de la libertad. En el concerto el aspecto estructural cobra el máximo interés por estar sustentado sobre una serie de experiencias-síntesis, capaces de crear una continuidad dialéctica sin someterse, ni lejanamente, a los principios del concierto clásico.

A través de un trabajo plural, en el que aparecen, inadivinables, ciertas referencias a músicos de nuestro tiempo (Lutoslawski, Stravinski, Marco), la orquesta envuelve al solista, cuya parte es sustancialmente virtuosista, lo asume, se separa de él en una función, como escribe el propio Peixinho, "tentacular y multivalente". Los dos compositores, presentes en el gran auditorio de la Gulbenkian, recibieron el largo homenaje del público.

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