Crítica:FLAMENCO

El toque del Enrique de Melchor y el cante de los cordobeses

La noche tuvo color cordobés, como es habitual en las celebraciones de la Peña Fosforito. Es cordobés, de Puente Genil, el titular de la misma, Antonio Fernández Díaz, Fosforito, quien acude puntualmente cada año a esta cita madrileña en la que sabe que va a encontrar el calor y el fervor de muchos admiradores incondicionales. Él corresponde con su entrega y su cante, que en la noche del sábado fue excelente, brillando singularmente en las soleares y las malagueñas.Otro cordobés presente fue Luis de Córdoba. Le perjudica, como casi siempre, la megafonía, pues siendo un cantaor de...

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La noche tuvo color cordobés, como es habitual en las celebraciones de la Peña Fosforito. Es cordobés, de Puente Genil, el titular de la misma, Antonio Fernández Díaz, Fosforito, quien acude puntualmente cada año a esta cita madrileña en la que sabe que va a encontrar el calor y el fervor de muchos admiradores incondicionales. Él corresponde con su entrega y su cante, que en la noche del sábado fue excelente, brillando singularmente en las soleares y las malagueñas.Otro cordobés presente fue Luis de Córdoba. Le perjudica, como casi siempre, la megafonía, pues siendo un cantaor de voz atenorada y enorme potencia, en los tonos altos llegaba a molestar. Y Luis se sitúa con frecuencia en esa tesitura, de seguro atractiva para el público. Sin embargo, las pocas ocasiones en que recoge la voz y busca los medios tonos -lo hizo en los tangos- su cante adquiere calidades mucho más ricas. Cantó también dos espléndidos fandangos del Gloria, la granaína y la media granaína, tarantos -con el cante de Pedro el Morato- y la petenera, estilos todos que aborda con autoridad y brillantez.

V Festival de la Peña Fosforito

Cante: Merenguito, Agustín Fernández, Boquerón, Luciano Altamirano, Luis de Córdoba, Fósforito. Baile: Angelita Vargas, con su marido el Biencasao y el hijo de ambos, José. Toque: Enrique de Melchor y Antonio de Linares, 'Pucherete'. Guitarra en concierto: Juan y Rosa María Carmona Marqués. Rapsoda: Antonio Tamajón. Cine San Diego (Puente de Vallecas), 28 de abril de 1984.

Y cordobés es Agustín Fernández, un aficionado residente en Madrid, donde es muy conocido, cantaor largo, dominador de todos los géneros, con voz poderosa, con facultades. Sus soleares fueron espléndidas, ejemplares; por fandangos brilló en las dos modalidades que hizo, Lucena y Huelva; desarrolló bien la dificultad grande del cante siguiriyero de Silverio, y en las malagueñas se quedó un poco por debajo, me parece, de la cota que había alcanzado anteriormente.

A los tres les acompañó a la guitarra ese maestro indiscutible que se llama Enrique de Melchor. Su toque fue expresivo, sugeridor, rico. Pienso que debe ser muy fácil -entiéndase, dentro de la enorme dificultad que entraña el cante flamenco siempre- cantar con el acompañamiento de un instrumento como el de Enrique de Melchor. Hermoso, verdaderamente hermoso.

Mucho más elemental, por supuesto, fue el toque de Pucherete para Merenguito y Altamirano. Antonio Izquierdo, Merenguito, es un caso especial en la panorámica actual del cante jondo. Posee una de las voces más extrañas, opaca, sin brillo, pero precisamente por ello idónea para los tonos bajos y oscuros. Es un cantaor, además, que se entrega a la vivencia flamenca en cuerpo y alma, sin reserva alguna, y esto se nota. En las siguiriyas iniciales anduvo buscándose en ese tanteo previo, a veces pelea, del cantaor con el cante; después, por alegrías y por fandangos, dio la medida de sus verdaderas posibilidades. Luciano Altamirano, en cambio, estuvo gris, monótono.

Angelita Vargas y los suyos hicieron exactamente el mismo programa que vienen haciendo por lo menos desde que yo sigo su trayectoria, a los o tres años. Siendo el suyo un baile con fuerza y garra, sin embargo se aprecian en él -y pienso que cada vez más- penurias, carencias, falta de profundidad y de imaginación; una cierta vulgaridad insoslayable. Lo mejor del grupo, el cante de Boquerón, magistral en las soleares, medidas, rigurosas, espléndidas. Y penoso -aunque el público lo encontrara gracioso- el numerito de los niños de poquísimos años que sacaron al final, aparte de que me parece que colisiona flagrantemente la legislación vigente al respecto.

Juan Carmona Marqués, de la familia de los Habichuelas, 16 años, se está revelando como un buen concertista de guitarra, bien secundado por su hermana María Rosa, de 13 años. Tiene ya una técnica excelente, aunque lógicamente se noten irregularidades y falta de madurez, pero toca con inspiración y un afán de perfección sin miedo a las mayores dificultades, como demostró en algunos momentos de su actuación en este excelente festival flamenco de la Peña Fosforito.

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