Los GAL ocultan a un grupo criminal organizado y bien informado que persigue la decapitación de ETA Militar

Los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) son sólo unas siglas con las que se reivindican los atentados contra refugiados vascos en el sur de Francia, aunque ocultan a un grupo del crimen organizado, más perfeccionado, con excelentes niveles de información e, incluso, más activo que los que le antecedieron desde 1975 en la guerra sucia contra ETA. La policía francesa sospecha que los actuales GAL, al igual que los restantes grupos que actuaron en los últimos años contra miembros de ETA en el País Vasco francés, son dirigidos desde España. Sin embargo, los GAL, al contrario que sus anteces...

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Los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) son sólo unas siglas con las que se reivindican los atentados contra refugiados vascos en el sur de Francia, aunque ocultan a un grupo del crimen organizado, más perfeccionado, con excelentes niveles de información e, incluso, más activo que los que le antecedieron desde 1975 en la guerra sucia contra ETA. La policía francesa sospecha que los actuales GAL, al igual que los restantes grupos que actuaron en los últimos años contra miembros de ETA en el País Vasco francés, son dirigidos desde España. Sin embargo, los GAL, al contrario que sus antecesores, actúan de forma organizada, aseguran su cobertura y persiguen un claro objetivo: la rápida decapitación de ETA Militar, lo que provocaría un descalabro en su férrea dirección.

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Desde que surgieron los GAL, a principios de diciembre pasado, con el extraño y aún no aclarado secuestro de Segundo Marey, ciudadano español afincado en Hendaya, son siete los miembros de la organización asesinados en territorio francés. Dos de ellos, Ángel Gurmindo y Francisco Javier Pérez de Arenaza, estaban considerados miembros del estado mayor del máximo dirigente etarra Domingo Iturbe Abásolo Txomin; uno, Vicente Perurena, era el responsable de los mugalaris (paso de comandos), y otro, Mikel Goikoetxea Elorriaga, Txapela, era un importante operativo con fuertes influencias en la dirección de ETAm.A pesar de que familiares de Perurena dijeron, tras su muerte, que éste no tenía responsabilidades en ETAm, en un documento del Estado Mayor de la Guardia Civil, enviado a un alto mando del Ministerio del Interior, se informaba que el fallecido había sido designado meses antes de su muerte responsable de los mugalaris. Perurena no figuraba siquiera en el último de los organigramas que la Comisaría General de Información (independiente de la Guardia Civil) suele confeccionar periódicamente sobre los integrantes de la dirección de ETAm. Sin embargo, semanas antes de su muerte, ocurrida el 8 de febrero último, un alto responsable policial reveló a dos redactores de EL PAIS que Perurena había pasado a desempeñar importantes misiones para la ejecutiva etarra, insinuando posibles responsabilidades en el paso de comandos operativos de Francia a España, misión ligada a la dirección de la organización.

Información reciente

Esta información obtenida por la policía era tan reciente que ni siquiera, cuando se produjo la muerte de Perurena, el dato había sido incluido en la ficha que sobre él existía en los archivos policiales y que sirvió de fuente informativa a algunos medios de comunicación para reflejar las conexiones del fallecido con el terrorismo.El asesinato de Perurena puso al descubierto que la información de los GAL era sorprendentemente buena y puesta al día, tanto como la de los servicios de seguridad españoles, que suelen nutrirse de confidentes remunerados residentes en localidades del sur de Francia y entre los que figuran policías de aquel país a título individual. Esto, unido a la profesionalidad de los métodos empleados para los crímenes, la continuidad demostrada en sus acciones y la rapidez con que actúan para eludir la acción policial francesa, hizo sospechar a sectores policiales franceses que los GAL los integraban profesionales organizados, bien informados y con una cobertura segura.

La policía francesa viene investigando desde 1975 las actividades criminales que se suceden en los cantones vascos contra refugiados españoles, si bien los resultados han sido más bien escasos. Fue una excepción la detención de los autores y los cómplices del asesinato en Biarritz, el 13 de septiembre de 1979, del refugiado Justo Elizarán: Maxime Szoenek, Marc Obadía, Jean Claude Ruiz y Henri Berges.

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Ni estas detenciones ni una posible cooperación policial española, especialmente sobre el quinto implicado de aquel asesinato, Jacques Debessa (refugiado en España), pudieron esclarecer no ya el delito, del que se encargó el Tribunal de Apelación de Pau, sino ni siquiera el punto de partida de estas acciones, en concreto sus inductores. El comisario Claude Bardon, responsable de la Policía Judicial francesa en Burdeos, en un informe dirigido al procurador general de Bayona con anterioridad a la aparición de los GAL, centraba sus sospechas en la extrema derecha española en colaboración con ciudadanos franceses, insinuaba conexiones estatales del otro lado de la frontera y ofrecía datos tales como que los criminales utilizaban automóviles de alquiler, se hospedaban en hoteles de lujo, poseían documentos españoles falsificados y disponían de abundante dinero.

El resurgimiento de la guerra sucia en los cantones vascos ha, puesto de nuevo a trabajar a los investigadores franceses, quienes, desde la muerte en Biarritz del refugiado José Martín Zualdía, ocurrida el 30 de diciembre de 1980, hasta el primer asesinato de los GAL, perpetrado en 19 de diciembre de 1983, en la persona de Ramón Oñaederra, habían gozado de una cierta tranquilidad en la zona.

En este tiempo, sin embargo, se produjo un asesinato en París (Javier Aguirre Unamuno, 23-4-81); la desaparición de dos refugiados en Bayona (José Ignacio Zabala y José Antonio Lasa, 16-10-83); el intento de agresión y secuestro por parte de cuatro policías españoles de un miembro de los octavos (Francisco Javier Larretxea Goñi, 18-10-83), y el secuestro durante 10 días de un ciudadano español afincado en el País Vasco francés (Segundo Marey, 4-12-83), hecho este último reivindicado por los GAL, que se dieron a conocer con aquella acción.

Investigación policial

La policía francesa sólo posee dos elementos reales, al menos que hayan trascendido, sobre los que ha montado su investigación sobre los GAL, aunque tiene severas sospechas de que el campo de operaciones de esta nueva guerra sucia está al otro lado de la frontera. Uno es el ex legionario español Pedro Sánchez, detenido y encarcelado tras el secuestro de Marey, y otro las huellas dactilares del cadáver sin identificar del miembro de los GAL fallecido el 20 de marzo pasado en Biarritz cuando manipulaba un artefacto.Mientras que del ex legionario Pedro Sánchez sólo obtuvo su versión, posteriormente ratificada ante el juez, de que "recopilaba información para uso privado", del fallecido lo desconoce todo y sólo espera su identificación, a través de la fotografia difundida o del cotejo de las huellas, siempre que se trate de un ciudadano francés. Sin embargo, le fue encontrado un permiso de conducir español.

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